Tendré tiempo de hacer balance cuando el período termine. Para ello aún me queda la mitad. Creo que ya puedo extraer muchas consecuencias de lo que he vivido durante el último año. Los colores abarcan todo el arco iris: detalles exquisitos, confidencias inesperadas, lodos familiares, cooperantes de todo tipo, vidas que se apagan serenamente, biologías que se resisten a casi todo y biologías que se desploman de una semana para otra…
Tal vez la experiencia más enriquecedora es la de contemplar un Centro en el que se deposita esa última parte del camino en el que todos estamos arrojados. Cuando uno lo mira cada día, termina por acostumbrarse un poco a él, a sus características, a sus bondades y a sus múltiples aristas: de otro modo resultaría poco llevadero.
Hoy, por ejemplo, he pasado toda la mañana allí. Hasta he comido con ellos. Cuando volvía a mi casa, arrastraba una mezcla de cansancio y de melancolía, de sosiego y de zozobra, de serenidad y de impaciencia. He dormido muy bien unos minutos de siesta.
Y es que esto también es de mi incumbencia. Y de la de todos. Aunque no levante demasiado ni la producción ni el PIB de ninguna comunidad. Estas no son cuentas de resultados (por mas que haya que hacer juegos malabares para mantenerse) sino cuentos. Pero maravillosos cuentos.
Necesito fuerzas. Creo que ánimos no me faltan. Veremos.
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