El 26 de julio de 1875 nació don Antonio Machado en el palacio de las Dueñas, en Sevilla. Allí trabajó su padre dando forma al folclore y a la cultura popular más honda, aquella que distribuye funciones entre todos los componentes de la comunidad y que intenta explicar las actuaciones de todos ellos.
Ayer, la duquesa de Alba, la de los mil nombres y los dos mil títulos, se casó por tercera vez y lo hizo en el mismo lugar. No sé por qué pero sospecho que la menos condenable es ella precisamente. En todo caso, y para lavar culpas a lugar tan emblemático, copio un par de textos del maestro:
1.- Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi infancia, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos versos que recordar no quiero…”
2.- “La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuza y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero.
……………….
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de un vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora.
España de la rabia y de la idea.”
Qué pena de ilusión tan mal cumplida, esparcida en tan grande griterío, que no deja ni un eco de sensatez. También lo dijo el maestro: alguno tiene todo “el mundo en la oquedad de su cabeza.”
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