Siguen pasando días entre listas políticas, reuniones salvadoras, bolsas que siempre bajan, medios que siempre insultan y luchas cuerpo a cuerpo por un pedazo así de pequeñito de carne pastel y sociedad. Y crecerá el barullo y los fuegos de artificio, hasta que todo arda en fechas de noviembre.
Supongo que ya están hechas las afamadas listas de todos los partidos. Esa sí que ha sido lucha cruenta entre todos aquellos que, de una forma u otra, andan junto al poder y la fanfarria. Ahí sí que se juegan los garbanzos tantas gentes. Lo que venga detrás ya es otra cosa: la fiera ya tendrá sus fauces llenas y todo ya será aguantar el tipo en medio del fragor de la tormenta. Sospecho que la gente no se entera de tanta dentellada y tanto juego sucio. A mí mismo me importa poca cosa, impotente y aislado, sin nada que jugarme en mi carnet de puntos personales.
Lo siguiente va a ser imaginar que todo ya es la causa, que vienen los de enfrente y no hay derecho, que el enemigo es otro (como si el enemigo fueran setas y no seres con los mismos deseos). Y llegará el final de la batalla, con manos levantadas en triunfo y caras escondidas detrás de la derrota.
Qué tontería más grande, que bobada más alta, qué torpeza.
Sigo queriendo ver dar la batalla con las ideas a cuestas, con fines bien forjados, con propuestas que miren a la cara de todos los votantes, con premisas reales y con menos mentiras, con silogismos claros y precisos, sencillos y acabados. Me gustaría observar al aspirante con cara de servir por poco tiempo, sin ínfulas ni magias, sin recetas que salvan solo durante un rato, con semblante de decir más o menos “os ofrezco el trabajo y poco más, aquello que mi mente me aconseja, el afán de mejora para todos a través de unos medios que me parecen un poco menos malos”.
¿Hace falta insultar para poner encima de la mesa, por ejemplo, si el ser como individuo tiene derechos previos al Estado y articular entonces una teoría u otra, una acción política o alguna diferente? ¿A que no? ¿Cuál es el sujeto del poder político? A mí me gustaría conocer el desarrollo mental que tiene cada uno ante este hecho antes que ver pegarse por una carretera en cualquier sitio, o simplemente reírse con desprecio absoluto del contrario.
Ya que he puesto este ejemplo, me mojaré enseguida por si acaso. Que ese poder recaiga sobre todo el conjunto de los ciudadanos que componen una comunidad. Lo que en palabras llanas se dice ser demócrata. Pero sin olvidarme un punto de que este no puede ser absoluto y de que los organismos creados por la comunidad tienen que tener poder suficiente como para poner coto al poder absoluto del individuo.
Jamás he visto a un hombre que viva sin la vida de los otros, sin la presencia exacta de todos los que animan su existencia: su vida son los otros, simplemente; no son su circunstancia -que ya sería muchísimo- sino su esencia misma, su fiel definición. ¿Cómo es posible hablar de libertad absoluta en la convivencia, en el roce continuo, en la aldea global en la que todos habitamos? ¿Cómo no se entiende entonces que la propiedad privada tiene que tener límites precisos y fijados para que se asegure la supervivencia de la comunidad? ¿Nadie se da cuenta de que el Estado tiene que poseer mecanismos para prohibir que cualquier individuo o grupo de individuos dentro de él posea más poder que el mismo Estado? ¿Y qué está ocurriendo ahora mismo y en todas partes con eso que llaman los mercados? ¿Nadie se cree legitimado para actuar con fuerza contra ellos? Y así hasta los niveles más sencillos e inmediatos.
Que siga el hit parade de los medios y que todo se licue y edulcore con los vestidos de las apariencias. Les pondremos medallas a esos genios del arte de la máscara. Los otros, los que osan dejar cualquier atisbo de idea y de pensamiento, que se pudran y habiten el reino del olvido: no son competitivos en los reinos de eterna pasarela.
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