¿Qué mensaje dibujan en el aire
esas bandadas lentas
de despistadas aves?
Es octubre y planean
sobre el mapa de luz de las llanuras
del recuerdo de un río
que solo se adivina en el olvido;
sus sombras estremecen en un suelo,
en el que rumian vacas
en un frágil concierto de la naturaleza.
El fondo de la sierra no blanquea
ni el cielo ofrece nubes. Es octubre
y no llegan las lluvias a los surcos
donde la sed es tanta
y el labrador trabaja y se fatiga
con ceño adusto y torvo.
Una asustada liebre se apresura
a defender su vida en la fatiga
a que le obliga el eco de dos perros
por toda la extensión de la llanura.
Alguna diosa rubia se pasea
por los caminos grises y agostados,
junto al paso, impreciso todavía,
de algún augur del templo.
Ni el augur ni la diosa son capaces
de descifrar con éxito el sentido
de la extraña sintaxis de las aves.
Es octubre y otoño.
Hoy he vuelto a llenarme de caminos.
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