miércoles, 5 de octubre de 2011

FUE AQUEL LUGAR

Fue aquel lugar un templo solitario
al que acudimos sin saber la causa;
acaso nuestros ojos
buscaban los altares
donde fijar los ritos del silencio
y tal vez percibimos la insistencia:
reclamaba su espacio la ternura.

Enormes rosetones salpicaban
de luz
los labios, como zumos de granada;
se abrieron al deseo
y fue la noche toda un aguacero
de lluvia de metal incandescente.

Yo comulgué tu cuerpo
demorándome
en todas sus medidas,
tú bebiste
toda el agua del cauce de mi fuente.

La densa posesión, la delicada
respuesta satisfecha de tus carnes
fue mi mejor regalo.

Después todo fue el lujo
de la repetición
cuando el cuerpo inventaba
la intensidad del roce
y anegaban los poros las dulces humedades.

Se derogaron todas las fronteras
de la presencia azul de nuestro tiempo.
Y ya todo fue nada, fue la ausencia,
la anulación de todo mandamiento.
fueron votos perpetuos
en la feliz clausura de tu templo.

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