Y
TAN LARGO EL OLVIDO
Leyendo
a Marcos Ana
El azar y la noche los pusieron
en una habitación desvencijada
de un hotel de tercera. Hacía una vida
que solo acariciaba las paredes
de una cárcel oscura
y fue por fin la calle y fue el deseo,
y fue la luz sin sombras ni cadenas.
Es la primera vez, le dijo,
tengo cuarenta años y la noche
siempre fue para mí sueños robados.
Temblaron de ternura las bombillas
y se encogieron de pudor las sábanas,
las carnes estallaron y la dicha
se derramó hasta el filo de la muerte.
Ella se comportó como si fuera
la amante de repente enamorada.
Hoy mi servicio es gratis, te devuelvo
el dinero que pagas con el ruego
de que vuelvas mañana.
Un gran ramo de flores con mimosas
recibió al día siguiente con un sobre:
“A mi primer amor”.
Y no volvió a saber de aquel instante,
que se perdió en la bruma de los días.
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