DESPERTAR
Se despide la noche y amanece.
Tú ocupas un espacio transparente
junto a la luz del día. Me despiertas
con el sonido azul de tu sonrisa.
Pienso en aquellas cosas que me dices
que vas a regalarme y me levanto
gozando de la luz de tu mirada.
Te contemplo
con la líquida tinta de mis ojos
y compongo la lista. Necesito
dos kilos de cariño al levantarme,
una sonrisa limpia y un abrazo
cuando salgo temblando de la ducha,
un desayuno lento en la terraza,
mirándonos de frente y en silencio,
un adiós con el tono que utilizas
cuando quieres decir un hasta luego
y un rastro en tu mirada que me siga
desde el visillo azul de la ventana.
Y, a la vuelta, otra vez a los quehaceres
que nos tienen así desde que un día
nos sentamos a hablar y a conocernos
y a jugar, yo contigo, tú conmigo.
Por eso cada noche necesito
que llegue cuanto antes la mañana.
Duermo ya pocas horas y las duermo
soñando tu mirada en mi mirada.
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