Los avances técnicos permiten cada vez moldear más el tiempo
y trastocar su paso convirtiendo el pasado en presente y al revés. El domingo
por la noche se proyectó en TVE2 un programa que recogía la trayectoria vital,
ideológica y sentimental del cantautor José Antonio Labordeta. Son ya diez años
desde su muerte. Yo estaba de viaje y no lo pude ver. Pero esos pinchazos de
internet te llevan y te traen a cualquier momento, y un artículo de su paisana
Rosa María Artal me ha dado la pista para ir hasta él. Así que un pinchazo y
las imágenes aparecen en la pantalla.
Hace muy poco leí en una camiseta que “los poetas no son
gente de fiar”. Ya he escrito alguna vez que era muy real esa frase. Hoy lo
repito una vez más. Creo que ya he escrito mis mil mejores poesías y espero
escribir alguna más. Aunque con temor, me incluyo entre el número de los que se
manifiestan poéticamente. Y explico de nuevo, con un ejemplo, por qué creo que
esa frase dice la verdad.
En cuanto supe que TVE había dedicado a Labordeta un programa
de Imprescindibles, me fui en su
busca. Tengo prisa por terminar un par de encargos (dos artículos para una
revista), pero todo se paralizó ante la voz que me llamaba y que tiraba de mí. Dediqué
algo más de una hora a ver el programa, una revisión de la trayectoria, de la
personalidad y del significado del abuelo
de los cantautores españoles; y en sus emociones ya no supe qué más hacer
durante casi toda la mañana sino dejarme llevar por mis sentimientos positivos
hacia todo aquello. ¿Veis como uno no es de fiar? Si es que enseguida te
conquistan con la palabra, con la música y con los ideales. No hagáis cuentas
con quien se emociona muchas veces al día porque acaso no os salgan como las
habíais planeado. Eso sí, puede que os salgan mejor de lo que esperabais.
Claro que no sucede con cualquier cosa el estallido de las
emociones, pero las puertas parecen siempre abiertas para la empatía. Con Labordeta
yo no tengo color; lo he elogiado ya muchas veces y no tengo necesidad de
hacerlo hoy de nuevo: tengo bastante con sentir y seguir sintiendo. Me ha
jodido gozosamente toda la mañana y los artículos siguen esperando.
Por si fuera poco, después de comer me pongo al ordenador y
pincho en You Tube. Aparece Rosalía con su versión de Me quedo contigo y aquí me tenéis sin poder mover un dedo en las teclas.
Y dejo seguir y me seduce hasta casi el éxtasis una tal Silvia Pérez Cruz, a la
que yo no había oído nunca, con una versión maravillosa de María la Portuguesa. Y aquí sigo, aguardando a que me bajen las
pulsaciones y pueda decir cualquier cosa sobre asuntos más prosaicos.
Coño, no me dejéis maravillosamente tirado aquí, mirando a la
pantalla, que tengo que hacer cosas, aunque no me quede ninguna gana de
hacerlas.
¿Veis como los poetas no son gente de fiar?
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