Ando engolfado en alta teología
y no logro llegar hasta el misterio
que siempre está detrás del gesto serio
de la página gris de cada día.
La santa Trinidad, quién lo diría,
me deja a la intemperie y el criterio
que intento utilizar si entender quiero
no me permite hollar ninguna vía.
Cada párrafo saca de mi boca
una expresión de enojo y desagrado:
“Aquí todo se ajusta al fin que toca
y lo mismo ahora es gris y luego blanco.”
Pensaré si al pensar en tal oficio
no andaré equivocado en mi ejercicio.
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