jueves, 9 de marzo de 2023

POR UN QUÍTAME ALLÁ ESA TILDE

POR UN QUÍTAME ALLÁ ESA TILDE

Los académicos de la RAE se reúnen para librar batalla en busca de un trofeo llamado tilde. Unos son tildistas y otros antitildistas. Y solo para unos casos muy concretos, los de las palabras «solo» y «este, ese, aquel». Las armaduras brillan y los ánimos hierven. Veremos qué pasa.

Y todo por un ponme ahí un acento o quítamelo de la vista. Vaya por Dios. Como si se tratara de poner una pica en Flandes o un cuarto de luna en el firmamento.

La RAE orienta y va moldeando los usos de la lengua, sobre todo según la práctica de los usuarios de la misma, que se empeñan en cambios y más cambios, no siempre justificados. Habrá que suponer -hasta el nivel que nuestra buena voluntad se atreva- que los académicos son gentes sesudas y que decidirán lo mejor, o lo menos malo. A ellos los usuarios les harán más caso que a cualquiera otra persona.

Pero es que hay mucha más gente que se ha dedicado a estos asuntos, por más que no se siente en ningún sillón con letra, ni mayúscula ni minúscula. Hasta yo mismo tengo mi propia opinión acerca del asunto, que ya es tener. Y hasta me atrevo a exponerla. Este es el índice.

. La escritura no es otra cosa que la representación gráfica de la lengua oral.

. La lengua oral es representación, a su vez, de las ideas que conforman nuestra conciencia y nuestra comunicación.

. La ortografía es una convención social, que se supone razonada y que debemos respetar para una mejor comunicación y convivencia. Pero solo una convención, un acuerdo, por más que sea razonado.

. En la comunicación, la primera regla que hay que cumplir es la de asegurarnos que ese mensaje que queremos transmitir realmente se ha construido y se transmite. Si para ello tenemos que usar muchas palabras, es un tributo que tenemos que pagar. Si para asegurarnos de que hemos saludado, por ejemplo, y de que el receptor se da por enterado de que lo hemos saludado tenemos que gastar cien palabras, lo tendremos que hacer. Antes que nada, importa la eficacia del mensaje.

. La segunda regla, inseparable de la anterior y contrapeso de la misma, es la de la economía del lenguaje. Eso significa que, para el ejemplo anterior, debemos esforzarnos en crear un sistema lingüístico que reduzca esas cien palabras al menor número posible de ellas. Es la ley de la economía lingüística, que funciona -o debería funcionar- como lo hace la economía en los bancos. Y esto en todos los casos y niveles, también en la escritura y en su apartado de ortografía.

. Para la batalla de las tildes en  «solo», la traducción es su uso únicamente en los casos imprescindibles, aquellos en los que la eficacia (primera regla) se vea dificultada.

. Esos casos son muy pocos y el contexto (esta podría ser la tercera regla en orden de importancia) los suele resolver muy fácilmente.

. La recomendación, pues, debería dirigirse al uso restringido en esos raros casos. «Cocinaba solo los lunes». ¿Solamente ese día o sin compañía? ¿Duda? Pues la resolvemos con facilidad. «Cocinaba solo». Nadie me acompañaba. Y así me salían los platos. «Cocinaba sólo los lunes». Lo hacía tan mal, que no se me ocurría aparecer por la cocina ningún día más. Tilde y todo aclarado. Hasta en este último caso, si se alza la vista, el contexto nos suele dar pistas para saber si estaba solo o aparecía únicamente un día a la semana por allí. Y una mejor solución: sustituir la palabra solo por otra o por otra expresión equivalente. Se acabaron las dudas: «Los lunes nadie me acompañaba en la cocina (cocinaba solo)», «Únicamente cocinaba los lunes (cocinaba sólo los lunes)». Hala, arreglado.

. En los casos de «este, ese, aquel», resulta tan difícil encontrar situaciones en las que el contexto no nos dé la solución, que no merece la pena gastar reglas ni tintas. Siempre sin tilde y al contexto.

. Las reglas de acentuación son, con diferencia, las más precisas (mucho más, por ejemplo, que las de puntuación, casi siempre discutibles); pero ya se ve que admiten dudas en algún caso.

Que las huestes tildistas y antitildistas no lleven la sangre al río, que más se perdió en Cuba y la gente iba sonriendo a los toros como si nada hubiera pasado.

La mejor recomendación tal vez sería esta: Más leer y más pensar. Lo demás viene solo.

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