lunes, 6 de marzo de 2023

QUÉ, CON QUIÉN: EL ORDEN DE FACTORES

 QUÉ, CON QUIÉN: EL ORDEN DE FACTORES

Andaba uno acostumbrado, en sus años de actividad laboral, en hacer entender que el orden en la oración indicaba la importancia que se le concedía a cada elemento en la idea. Al fin y al cabo, una frase cualquiera no es otra cosa que la concreción lingüística de una idea, y su análisis nos debe conducir a poner en claro qué elementos componen esa idea y cómo se articulan. Luego viene todo eso de la aplicación nominal a cada elemento, algo siempre farragoso y discutible. Así, con el análisis de la oración, lo que hacemos es, sobre todo, entender cómo se ha compuesto la idea, y estaremos en condiciones favorables para que la comunicación y la convivencia nos sean más favorables a todos.

La primera división siempre nos da como resultado la existencia de dos elementos: uno referido a «quién» y otro referido a «qué». El primero es el denominado sujeto y el otro el que llamamos predicado. Así, en «Pepito canta», quedan sobre la mesa un quién (Pepito) y un qué, una acción (canta). El resto no es más que expansión de cada uno de estos dos segmentos: Pepito canta una canción cada tarde, en su casa, con voz ronca…

Pero también esos segmentos se jerarquizan y ordenan sus elementos secundarios. Por eso, aparece primero un complemento llamado directo por ser el que aporta la primera información a la acción del verbo, y luego otra serie de circunstancia de orden menor: los otros complementos. Para el ejemplo propuesto, primero «pan» y después «en casa, cada tarde», etc.

Me sirve esta disquisición -por la que pido perdón por sencilla y aparentemente innecesaria- para comentar algo que veo que se repite casi a diario en nuestra vida pública. Vamos a ello.

Un día sí y otro también, los portavoces de Unidas Podemos se afanan en afear al PSOE que pueda coincidir en la votación por la reforma de la ley conocida popularmente como del «solo sí es sí» con partidos de derecha. Mañana se vota en el Congreso su reforma. Y este caso es más de lo mismo, pues lo oigo en cada ocasión que se produce esta posibilidad.

Mi corta capacidad me provoca escándalo porque me parece una acusación que me lleva a un nivel mental de primero de párvulos. ¿De modo que debe interesar más el «cómo» que el «qué»? Así se rompe la lógica más elemental y yo debería devolver todas las mensualidades que han formado mis retribuciones. Porque habíamos quedado en que primero era «qué» y luego «dónde, cómo, con quién…».

Los militantes y representantes de UP tienen todo el derecho (y la obligación si piensan que la razón les asiste) a defender que la susodicha ley no se reforme; pero refugiarse bajo el paraguas de las malas compañías para no hacerlo no es precisamente un argumento de peso. Si llevamos el ejemplo al extremo, ¿deberemos dejarnos morir de hambre con tal de que VOX o el PP no nos ayuden? La vida no debería ir de apestados, sino de argumentos. Para este caso y para todos los demás. Si no se actúa así, es posible que nos encontremos con el efecto contrario al que buscábamos. Y mucho más si la táctica se repite y se convierte en sistema. Lo siguiente es el terreno del empecinamiento, del enfrentamiento pasional y hasta del odio. Y no anda el horno para estos bollos.

El contenido de esta ley es de suficiente importancia y calado, y no deberíamos perdernos en formulismos, prejuicios y postureos. Cuidado porque nos puede salir el tiro por la culata o hasta ir por lana y salir trasquilados.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Totalmente, de acuerdo.