viernes, 11 de septiembre de 2015

ECOS DE ESTÍO



ECOS DE ESTÍO
Ya somos extravío del verano,
hoy, once de septiembre, de mañana.
Con las señas cumplidas de la caducidad,
de nuevo está la luz casi temblando
y se asoma con miedo en los caminos;
hay árboles cansados y sedientos,
y agraces moras que apenas maduran.
¿Por qué las piedras guardan blandas señas
de los días de estío? Quedan ecos
y rumores de palabras dispersas.
Por aquí anduvo el sol y en estas piedras,
que siguen esperando otro verano,
una mujer amó y un hombre anduvo
buscando dar sentido a la costumbre
de no ser más ni menos que ser hombre.

Hoy todo es más ciudad, menos silencio,
al otro lado del calor del sueño.

Yo, que también fui nombre entre estas luces,
vuelvo a sentir los ecos de esas tardes
en el silencio azul de las mañanas

de este incipiente otoño que me habita. 

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