BREXIT
Lo malo es que no es
menos cierto que, al lado de mi mundo particular, sigue existiendo el mundo
mundial. Y la teoría de la mariposa sigue mostrándose como gota malaya
persistente. En fin, que hoy, por unas líneas, me monto en avión imaginativa y
me voy por ahí fuera a arreglar el mundo mundial, con el convencimiento de que
volveré con las alforjas vacías y con la mente confusa. Considérese, por tanto,
como otro desahogo más o menos controlado. No es poco.
Me costaba mucho pensar
que Gran Bretaña terminara saliendo de la Unión Europea. Siempre pensé que
quedaría por ahí algún asidero al que aferrarse y con el que disimular tanto
desencuentro. Me equivocaba. Ahí están los resultados y las fechas.
Ni causas ni
consecuencias de un asunto que tiene dimensiones históricas. Para eso están los
tratados y los ensayos sesudos. Apenas algún sentimiento.
Tal solo un hecho genérico
que pone fondo a casi todo lo que ha pasado. Gran Bretaña, en realidad, nunca
ha estado en la UE. Todas, y siempre, han sido reticencias y recelos,
reproches y desconfianzas. Y, sin buena disposición y actitud, poco se
adelanta. E incluso por detrás de eso, y entre bambalinas, el dibujo del
imperio británico del siglo veinte. Ay, esos aires y ecos de grandeza mal
entendidos… A partir de ese hilo, tal vez la madeja…
Hoy y aquí prefiero
quedarme solo con las impresiones de esas caras de fiesta y hasta como de
victoria en una pelea por parte de algunos ciudadanos y de dirigentes británicos;
algo así como si les fuera la vida en ello; como si se liberaran de un yugo que
les oprimiera y alzaran la vista hacia un horizonte azul e inmenso.
¿Les suena de algo esto? ¿Encuentran
semejanzas con algunos territorios españoles? Estamos ante otro nacionalismo en
el que priman los intereses de ricos (o presuntos ricos imperiales –o cavernícolas
en otros casos, que los extremos se tocan-) frente a los más pobres, los egoísmos
contra la comunidad, el sálveme yo, aunque se hundan los demás. O sea, lo de
todos los nacionalismos; que, por eso son egoístas siempre y por siempre. Y, en
el fondo, siempre de derechas, por más que algunos se proclamen de izquierdas. ¡Quieren
hacer compatibles al aceite y el agua! ¡Qué vergüenza para cualquier
pensamiento de izquierdas e internacional!
Tengo la impresión de
que, incluso en esta perspectiva, se equivocan los votantes del Brexit, pero
está todo por ver. Yo no tengo claro que ahora los más fuertes sean ellos y los
menos los de la U. Europea. Habrá que esperar para comprobar cómo se le
aprietan las clavijas a este potro y se le doma.
Pero, sea cual sea el
resultado, lo peor es la actitud con la que se encara. Yo he creído ver cierta
actitud chulesca en manifestaciones y conductas de dirigentes británicos que me
ha llenado de preocupación. Los tiempos de los salvadores de las patrias y de
los profetas mesiánicos deberían haber pasado ya al baúl de los recuerdos. Parece
que no es así y que el adormecimiento de masas sigue contando con venenos muy
potentes.
Imaginemos que, en este
divorcio, gana cualquiera de los dos separados. ¿Qué más da que sea uno o que
sea el otro? ¿No pierde siempre la suma? ¿Y qué hacemos con el espíritu de
ayuda y de solidaridad, de apertura y de globalidad? Con la tormenta del Brexit,
¿serán las islas las que han quedado entre nieblas o será el continente el que
habrá quedado aislado? Ya sabemos lo que algún periódico de allí afirmaba en
circunstancia pasada. Ahora tenemos una nueva ocasión de comprobarlo.
Sea como sea, esa actitud
de vencedores, de tierras prometidas y de visiones mesiánicas no augura nada
positivo para el progreso de la comunidad internacional. Porque, repito, gane
quien gane, la suma habrá perdido siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario