LE
SON ET LE SENS BAILAN UN TANGO
Me regala dos libros
Francisco Castaño a través de L.F. Comendador. Son los últimos de su extensa
cosecha. Antes de nada, gracias, amigo. F. Castaño es uno de los poetas
españoles que mejor conserva el ritmo en su poesía. Quiero decir el ritmo
externo, ese que cuenta sílabas, que distribuye acentos y que señala pausas y
silencios. Es toda aquella parte que –él, que ´francesea´ tanto lo entiende muy bien- conocemos como “le son”.
Parece evidente que no concibe la poesía sin el dominio de ese ritmo. Señalaré
enseguida que yo tampoco. Y que hay un porcentaje muy elevado de poetas
españoles que han perdido el compás por el camino; tal vez porque no lo han
encontrado nunca. Claro que el ritmo incluye más elementos y que existe también
el complejo mundo del ritmo interno.
Pero siempre se me ha
planteado el asunto de la segunda parte, “le sens”, como el otro elemento sin
el cual la poesía se me queda en un porompompón y en un ejercicio técnico y
frío. La hondura del pensamiento que se exprese en el poema y la emoción que
sea capaz de transmitir en el creador y en el lector son los elementos que
transportan al poema hasta un nivel diferente y más elevado; y son los que, en
último término, merecen más la pena.
Si el poema no palpita y
se cimbrea como espiga movida por el viento, o se aquieta como la noche y el
silencio, falta algo que es lo que impregna el ambiente de perfume y de llamada
ante la que no se puede dejar de responder.
Resulta obvio decir que
la suma bien trabada de ambos elementos es la que da la redondez al poema y lo
mantiene en el tiempo y en el recuerdo. La creación poética es también una
práctica y un oficio, una técnica y un aprendizaje continuos. Como lo es
cualquier otro oficio. Pero este oficio requiere otro fondo más y otra entrega
sin pudores ni reservas. Es en ese torrente donde crecen los regatos y los
ríos, las torrenteras y las avenidas de la emoción y del encanto, los relámpagos
del asombro y hasta el éxtasis de la contemplación.
Supongo que, si leyera
estas líneas Paco Castaño, se pondría a pensar que le achaco el abandono del
sentido y le critico quedarse solo en la perfección del ritmo. No es el caso.
Lo hago desde el reconocimiento de que domina el ritmo externo casi a la
perfección y debería servir de ejemplo para tantos que se ponen, pluma en
ristre, a sumar palabras sin saber cómo hay que distribuirlas y dejando la
apariencia de que lo mismo les da so que arre en el sonido.
Es verdad que las
estrofas tradicionales, que Paco compone con tanto dominio en estos libros
(¿hay alguien que encadene tercetos tan bien como él?) han perdido espacio y
uso. Paco las sigue reivindicando y hace bien: está en su derecho. El verso
blanco y libre concede mucha mayor libertad en la expresión. Pero una cosa es
esa libertad y otra muy diferente es la ignorancia y la falta de dominio del
uso, de la distribución de las palabras y de las frases y, en definitiva, del
vestido con el que presentamos las ideas poéticas.
Paco Castaño es colega al
que conocí hace ya muchos años en unos cursos veraniegos y poéticos en El
Escorial. Es pródigo poeta. En él tienen y tenemos todos un buen ejemplo para
ser imitado en lo que al dominio formal se refiere. La herramienta y la técnica
son comunes y terminan impregnando y configurando el contenido. Después, el
mundo poético es ya de cada uno. Y su modulación también.
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