FRAUDES
Posmodernidad, posverdad,
fake news, publicidad encubierta, sensacionalismo, pasarelas… Fraudes.
Vivimos una época de
fraudes, de sensaciones que se imponen a los razonamientos, de fogonazos que
nos impiden calentarnos al amparo de la hoguera, de carreras que nos niegan el
reposo en un recodo para contemplar el paso del tiempo y lo hermoso del
horizonte o de la tarde.
Este fenómeno se ha
extendido y vive un momento de esplendor. Son los medios, es el tipo de vida,
es la escala de valores que vamos conformando y que nos va conduciendo a su
antojo. Y esa extensión encuentra agujeros por todas partes; es como si la
realidad fuera una esponja llena de poros por los que se cuela cualquier
líquido, sin comprobar si es veneno o sirve para saciar la sed.
Hoy me entero de que, en
Vitoria, un grupo de arqueólogos se sienta en el banquillo acusados de fraude,
por intentar hacer creer que unas falsas excavaciones servían de base para
llevar el origen del euskera algunos siglos para atrás en el tiempo. En honor a
la verdad, hay que decir que parece que ha sido la misma administración vasca
la que ha tomado cartas en el asunto y se ha personado como acusadora. Pero
échenle ustedes guindas al pavo y calculen el mal que esto ha producido en al
menos diez o quince años que lleva el asunto en el candelero. Lo susodichos,
hasta que han sido pillados, han recibido suculentas subvenciones públicas
(varios millones de euros) y el aplauso general del mundo nacionalista del
lugar; sus falsas aportaciones han servido de punto de apoyo para levantar el
peso del nacionalismo, del supremacismo y hasta del fanatismo.
El asunto del origen del
euskera es complejo y viene de muy atrás. Hay teorías muy diversas y me parece
que ninguna convincente del todo. Hace muy poco tiempo he leído una de Jesús
García Castrillo, amigo malagueño. Una más. Atractiva, pero una más.
El buscar orígenes de la
lengua materna, que sirve de instrumento de comunicación diaria, no solo no es
malo, sino que resulta casi inevitable y necesario. Hágase, por tanto. Pero
hágase con criterios racionales, sin fanatismos ni sobresaltos mesiánicos, y
sin prejuicios ni supremacismos de ningún tipo. Luego caemos en el peligro del
ridículo y del culo al aire. Y las consecuencias no son buenas para nadie. Por
lo demás, que el euskera tenga tal o cual origen no es ni malo ni bueno, es lo
que es y nada más: no implica ninguna inferencia de mejora ni de empeoramiento
de nada. De nada. Igual que cualquier otra lengua.
Una vez más, la oscura
realidad de los nacionalismos excluyentes (no todos los habitantes de un
territorio son nacionalistas), ese mundo en el que acecha el peligro de ver
solo el dedo y no el sol, de confundir el árbol con el bosque y de no ver más
allá de las narices. Y eso en el momento de la globalidad, de la interconexión,
de los big data y del gran hermano. Qué barbaridad, qué pequeñez, qué
imbecilidad.
Casi
siempre echo pestes de los comentarios anónimos que se vierten a las noticias
de los medios. Debo reconocer que el ingenio también se desparrama por esas
tuberías, y lo hace a chorros con frecuencia. Hoy he leído este comentario de
un tal Alfonso Luna, a propósito de esta noticia. Lo copio. Se comenta por sí
solo. Es, en unas breves líneas, todo un ensayo sesudo acerca de los
nacionalismos. Es este:
Científicos andaluces excavaron 50 metros bajo tierra y
descubrieron pequeños trozos de cobre.
Después de
estudiar esos trozos por mucho tiempo, llegaron a la conclusión que los
antiguos tartesos tenían una red nacional de teléfono hace ya 2500 años.
Por supuesto, a
los catalanes no les hizo mucha gracia. Les pidieron a sus propios científicos
que excavaran más profundo.
A 100 metros bajo
tierra encontraron pequeños trozos de cristal que, según ellos, formaban parte
del sistema de fibra óptica nacional que tenían los antiguos catalanes hace
3500 años.
Los vascos no se
dejaron impresionar. Excavaron 150 metros bajo tierra y no encontraron nada,
excavaron 20 metros más y aún nada, excavaron 250 metros en total y ni por
ésas....
Entonces llegaron
a la conclusión (con toda razón) de que los antiguos vascos, hace más de 5000
años, ya tenían telefonía móvil.
Pues eso.
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