ENTRE
VISILLOS
Se echa a dormir el sol y
el horizonte
se mece entre los brazos
de la noche.
Llego a casa después de
un buen paseo.
Descanso. Ceno un poco.
Me retiro
a pensarme a mí mismo y,
en silencio,
repaso mis asuntos de
este día:
aseo, ducha, cama,
desayuno,
lectura, compra, sueño;
por la tarde,
un rato de escritura y
otro rato
de nuevo entre las hojas
de los libros.
Nada que me redima de la
vida
ni me acerque con prisas
a la muerte;
tan solo esos sucesos
inocentes,
que parece que no tienen
sentido,
ni tienen importancia,
pero explican
aquello que realmente es
importante.
Yo no sabría vivir si no
tuviera
otro telón de fondo que
me habita.
En ese decorado hay
varios cuadros
llenos de mis colores
favoritos:
el tiempo y el espacio y,
en su mundo,
tu presencia, que llena
cuanto ocupo
y le da ese sabor que me
procura
un ansia continuada e incesante
para seguir viviendo cada
día.
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