Cuatro de cada diez españoles confiesan no leer ningún libro
al cabo del año. Es noticia que procede de estudio del gremio de editores.
Es algo recurrente por más que el origen sea de parte
interesada en vender libros. Vamos a suponer que el estudio es pesimista y que
son más los que leen que los que lo confiesan. Poco importa: la noticia resulta
desoladora.
Pero poco arreglan el lamento y el apóstrofe. Más productivo
será analizar cuáles son las causas y las posibles soluciones. Esto sí que
merece una buena inversión por parte de las arcas comunes pues afecta a la
comunidad entera y a su salud mental y vital.
A uno se le ocurre un buen número
de motivos para que esto suceda. Los motivos tienen que ver con hechos de tipo
social, religioso, de escala de valores, de costumbres, de ocupaciones, de
velocidad del tiempo, de otros formatos para acercarse al exterior, de asuntos
económicos… Pero esa exposición resulta larga para esta ventana.
Parece que todos estamos de acuerdo (no sé si a veces no es
por no salirnos de lo políticamente correcto) en que cualquier libro contiene
elementos positivos y en que la lectura aporta beneficios muy variados. Parece,
y solo parece, pues esto no se compadece con la escasez de lectores que se dice
que hay.
Me he manifestado en bastantes ocasiones al respecto y no
debo ser tan reincidente. Cada día me siento menos capacitado para dar consejos
a nadie. Mis dudas acerca de casi todo, además, complican mis decisiones. Solo
puedo decir que la lectura es un vicio también, pero no con las mismas
consecuencias que otro cualquiera sino algo más beneficiosas y saludables. En
todo caso, lo último que puedo añadir es que, por mi experiencia continuada en
el mundo de la lectura, el que no la practica se pierde demasiadas cosas
buenas. Pero cada uno sabrá si quiere perdérselas y por qué quiere renunciar a
ellas. Está en su derecho. Como yo lo estoy al desearle que lo piense y que se
anime a sumergirse en esta hermosa costumbre de pasar ojos y hojas, de ver
nacer mundos de la nada, de vivir muchas otras vidas, de aislarse y de abrirse
al pensamiento y de darse fuerzas para buscar un mundo algo más positivo y
confortable.
Y ahora, como decía un personaje en una película de Cuerda,
después de esta copla, me voy, que tengo que echarle de comer a la caballería.
Agur.
N.B. Por si sirve de algo, dejo aquí un texto con un puñado de razones
que incitan a la lectura. Lo escribió Elvira Lindo hace ocho años pensando en jóvenes,
pero me vale para cualquier edad cambiando las razones que cada uno quiera. No
es la primera vez que acudo a él. Tal vez a ella se le haga más caso. Gracias
Elvira Lindo: Leer a su lado
Martes
23 de septiembre de 2008
Leer.
Leer sin ganas. Leer por aburrimiento. Leer para no hacer ruido. Leer para
dejar que tu padre duerma la siesta. Leer porque no te dejan poner la tele.
Leer porque ya nadie quiere contarte un cuento. Leer porque te han castigado
sin salir. Leer porque estás en la cama con fiebre. Leer porque estás solo.
Leer porque imitas a tus hermanos mayores. Leer porque lo hace tu madre. Leer
libros para niños. Leer novelas que no te dejan leer. Leer hasta que te apagan
la luz. Leer sin leer, pensando en otra cosa. Leer en la biblioteca. Leer todos
los libros de la biblioteca infantil. Leer porque tu hermana lee en la cama de
al lado. Leer libros de Tintín en casa de tu abuelo. Reír porque tu tía llora
con una novela. Llorar porque te da pena el abominable hombre de las nieves.
Leer y leer y leer cinco líneas sobre sexo. Leerlas y leerlas una vez más. Leer
porque quieres estar solo. Leer porque te sientes solo. Leer porque te crees
distinto. Leer para encontrar almas gemelas. Leer aquello que aún no has
vivido. Leer para llenarte la cabeza de pájaros. Leer para presumir. Decir que
has leído un libro que no has leído. Resumir libros en literatura que no
has leído. Sacar buenas notas en literatura haciendo resúmenes de libros que no
has terminado. Leer para imitar lo que has leído. Leer para fardar. Leer para
ligar. Leer para consolarte de un abandono. Leer por falta de planes. Leer por
falta de amor. Leer porque se ha ido con otra. Leer para que no digan. Leer
mientras esperas. Leer sentado en el wáter. Leer para dormirte. Leer para poder
hablar con él. Leer el libro que él te recomendó. Leer para sorprenderle. Leer
por puro gusto. Leer por vaguería. Leer porque no te gustan los deportes. Leer
porque no tienes un duro. Leer para olvidar. Leer para recordar. Leer para
aprender. Leer un coñazo impresionante. Leer un libro que no quieres que se
acabe. Leer el libro de un amigo. Leer todos los libros de un hombre que te
gusta. Leerle el pensamiento. Leer el libro que él está leyendo. Leer el libro
que él querrá leer después. Leerle a tu hijo. Leerle hasta que se quede
dormido. Leerle hasta que te quedas dormida. Leerle el Tintín que tú leíste.
Leerle cuando se muere el Abominable Hombre de las Nieves. Leerle y consolarle
luego su llanto inconsolable. Leerle para que aprenda a estar solo. Leerle para
volver a vivir la infancia. Leerle por gusto. Ver cómo un hijo lee. Releer.
Leer sólo lo que te gusta. Leer sólo aquello que te emocione. Leer por amor.
Leer a su lado.
2 comentarios:
Suficientes razones para no dejar de hacerlo.
Bendito vicio el de la lectura, y sin efectos secundarios destructivos. Aunque estaba convencida de la necesidad de leer para sentirme viva, tu magnífico texto no ha hecho más que afianzarme en ello.
Saludos.
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