PUES LAS DEL DE ALBA
SERÍAN
(En agradecimiento a mis
amigos Antonio Merino
y Jesús Majada, que
acaban de publicar una estupenda
edición anotada de la
obra de Lope
“Las Batuecas del duque
de Alba”)
No estuvo Lope en Batuecas
ni paseó por sus valles,
pues dejó todo sembrado
de mentirosos detalles.
¿Dónde las nieves perpetuas
qué tanto le perseguían?,
¿dónde el Tormes, dónde el Tajo
si sus límites no vía?,
¿de qué señor son las aguas
de las altas serranías?,
¿del de Béjar, del de Alba
en tierras de Piedrahíta?
(La leyenda de los godos
esa sí se la sabía).
Antonio, Jesús, amigos,
a volver os llamaría
por aquellas tierras bravas
que anduvimos otros días.
Hoy no quedan pies descalzos
ni gentes que en labrantías
tierras padezcan el hambre,
ni males ni lacerías.
Hoy las Hurdes, las Batuecas
son zonas de serranía
donde reina la esperanza
donde viven cada día
gentes que sueñan con otros
años de más alegría.
Lope hizo un divertimento
para el de Alba y compañía,
tramó enredos, casamientos,
muchas idas y venidas
por caminos y por peñas,
por bajadas, por subidas,
hizo parir a algún hombre
pensando que lo creerían
y enredó en el argumento
cuanto en su mente bullía,
gigante entre los gigantes
cuando versos componía.
Al final, ¿para qué todo?
Los batuecos sometían
su voluntad a los duques
sin otra contrapartida
que iglesias, normas y reglas
que ordena la clerecía,
los enamorados vuelven
al amor en que se fían
y el señor perdona y todo
se vuelve a la cortesía.
Antonio, Jesús, vayamos
a los valles otro día,
hablemos como batuecos,
digamos la letanía
de las voces más antiguas
en toda la serranía.
Tal vez las gentes hurdanas
muy bien lo agradecerían.
Y a Lope y al duque de Alba
que les den por do solían,
les recordamos que hay gentes
que resisten su porfía,
que ya no son las Batuecas
tierras sin pan, qué falsía.
Os lo he dicho todo en verso,
no en copla ni en redondilla,
sino en popular romance,
que mejor me parecía.
6 comentarios:
Si las fuerzas lo permiten
y los achaques nos dejan,
podremos ir, cuando gustes,
a tierra de Las Batuecas.
Traspasaremos el valle,
treparemos a las peñas
do el agua clara discurre
por quebradas y entre breñas.
Ayudados de cayados
y con las mochilas llenas
entretendremos la marcha
contemplando las serenas
cumbres que cubrieron días
de olvido, sufrimiento y penas.
Tomaremos un respiro
en lo alto de las crestas
por descubrir los demonios
que cuenta el Lope de Vega.
Hay que ver qué desatinos
salían de su mollera;
qué manera de perderse
en múltiples bagatelas.
Con lo de parir un hombre
sí se le fue la cabeza,
¡pobre la ingenua Taurina,
cómo perdió la sesera!
Y es que el amor, cuando viene,
no hay forma de echarlo fuera.
Arriba, arriba del valle,
en lo alto de la Peña
haremos las letanías
a la Señora morena;
y lo haremos en latín
que es lengua mucho más vieja
que la que Lope inventó
para la tierra batueca.
Cantatas, motetes, salmos,
y oratorios harán mezcla
porque llegue a los hurdanos
de nuestro canto la ofrenda
y el perdón por tantos siglos
de olvidos y de miserias.
Luego, cumplido este rito,
buscaremos unas peñas
y, sacando las viandas,
pondremos fin a la fiesta.
Gracias por hacerte eco de nuestra edición.
Antonio Merino
Qué maravilloso duelo en romance ofrecéis!
Que me pillaron “in albis”,
“in albis” e inadvertido
estas poéticas justas
de romances antoninos.
Boquiabierto me he quedado,
indeciso y suspendido:
¿meteré mano a la espada
con poetas tan eximios?;
¿entraré en medio del campo
mientras poetizan de ríos,
valles, peñas, fuentes, breñas
y primitivos incívicos?
Mejor son de dos a dos
esta clase de litigios,
que terciando alguno más
parecerá olla de grillos.
Me quedaré en la estacada
sin mediar en el conflicto,
dejando que el docto senado
decida con mucho tino
quién de los dos ha ganado
este lance tan reñido.
Y si el tino no alcanzare…
que decida el partidismo:
digan en Béjart: ¡¡¡Gutiérrez!!!;
y los de Cáceres: ¡¡¡Merino!!!
Después de grandes disputas
y de muy grave escrutinio,
compartir todos el premio
el jurado ha decidido.
Ni Gutiérrez ni de Vega,
ni Majada ni Merino,
que alce muy alto el trofeo
todo aquel que aquí ha tañido,
y que ninguno se olvide
de que aguardan los caminos
para mojar la palabra
con buen pan y mejor vino.
Y aquí se calla el juglar.
Paz y bien, buenos amigos.
Que ha acabado la contienda,
por lo que leo, barrunto;
nunca pensé que a dos bravos
les diera yo tanto susto.
Pues, si Majada y Gutiérrez
se separan de este asunto,
me proclamo vencedor
de estas justas, a los puntos.
Ciña mi frente el laurel;
me hagan pasillo los juncos;
suenen gaitas y atabales;
canten los cielos mi triunfo.
A.M.
¡Vaya tres autoridades! Y qué maravilla de amistad que dura ya más de medio siglo!
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