sábado, 21 de enero de 2017

SOLUCIONES IMAGINATIVAS


En mi último paseo por la calle Mayor de Béjar, veo el anuncio de cierre de una de las pocas librerías de la ciudad. En ella he comprado libros, periódicos, objetos de papelería… Y en ella se ha vendido algún libro mío. No es más que otro ejemplo lastimoso de la situación en la que se halla esta estrecha ciudad.
Pero para mí este es un ejemplo un poco más doloroso porque se trata (se trataba) de uno de los escasos centros de difusión cultural; de manera que nos empobrece doblemente a todos, comercialmente y culturalmente. Se une al cierre anunciado de Bizarte, otro local de cultura en el que pasé algunos ratos buenos como espectador, como ponente o como colaborador.
Malos tiempos estos en los que todo parece que se encoge y desaparece de nuestras vidas y de nuestras costumbres.
Como esta ciudad estrecha anda de capa caída y no parece encontrársele otra salida que la del comercio y el turismo, voy a proponer la apertura de un local que aglutine ambas variables. Al menos tiene la ventaja de que no implica arruinar a la familia para abrirlo y tenerlo que cerrar a los seis meses o al año por falta de rendimiento. Se trata de un ALMACÉN DE PIEDRAS. La consecución del material no parece dificultosa: estamos en la serranía y la ladera sur de los Picos de Valdesangil abunda en piedras de cualquier tamaño. Tampoco parece que sea un material perecedero precisamente y de una temporada para otra simplemente tendríamos que darle unos brochazos para cambiarle algo el aspecto y el color. Y lo mejor y por lo que creo que sería un negocio muy rentable es que podríamos tenerlas SIEMPRE EN REBAJAS. Podíamos empezar en el 25% en cada kilo. para ir subiendo según la magnitud de la compra. Podríamos llegar hasta el 75%. ¡Y esto durante todo el año!
A estas alturas cualquiera se estará preguntando a quién le pueden interesar las piedras. Yo también, claro. Pero es que el secreto está en los descuentos. ¿Qué más da que no sirvan para otra cosa que para tirarlas otra vez en el campo? ¡Esto da igual! ¡¿Pero y el descuento?! Y, siendo barato… Creo que la idea va a ser un acierto seguro.
Y, desde el día de la apertura, CONSUMIR, CONSUMIR desesperadamente; CONSUMIR, CONSUMIR inevitablemente; CONSUMIR, CONSUMIR compulsivamente… hasta quedarnos nosotros mismos rebajados de mente y de valor.

N.B. Se mandará invitación para el día de apertura. Hasta completar el aforo.

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