Se celebra, por fin, una de esas reuniones que no
deberían pasar desapercibidas pues en ella se juegan demasiadas cosas, de esas
de las que dice la sabiduría popular que con ellas no se debería jugar. Es la
llamada Conferencia de Presidentes Autonómicos. A mí me parece que esta paella
tiene tantos ingredientes, que no es fácil que se pueda servir en su punto. El
principal de ellos es el de la financiación autonómica.
Para empezar, faltan a ella dos presidentes de los
territorios que parecen lucir como logro precisamente el enfrentamiento con los
demás y la defensa de la bilateralidad con el Estado, en lugar de la
multilateralidad entre diversas regiones. Ya me dirán cómo se come ese plato.
Pero es que, además, existe el peligro de interpretar
que es el mejor presidente autonómico aquel que defiende a los ciudadanos de su
autonomía, con independencia de cómo queden los de las demás. Y en esto no siempre
se notan las diferencias de ideología. Porque
uno da por hecho que un dirigente de la derecha se apunte a sus intereses más
próximos, pero esperaría que otro dirigente más social supiera ceder y hasta
defender que acaso su región tiene que ceder más que aquella otra que es más
pobre, aunque no sea la suya y hasta esté gobernada por políticos de otro
color.
Por si fuera poco, incluso en la mejor de las disposiciones,
¿cuáles son las variables que han de tenerse primero en cuenta para que tanto
el reparto como los resultados sean justos y equitativos? ¿La población, concentrada
o dispersa?, ¿la extensión territorial?, ¿las curvas de población?, ¿la productividad
natural?, ¿el tejido industrial?, ¿la centralidad y la periferia?, ¿el carácter
más o menos innovador de los habitantes?... Grave asunto este en cualquier
caso. Y, termine como termine todo este asunto, ¿cómo se lo han de tomar los
habitantes de cada territorio? Ojo que ahí se juegan después muchos resultados
electorales autonómicos y suele parecer siempre más “macho” aquel que se lleva
a su región la mejor tajada.
¿Estarán los dirigentes a la altura? ¿Estarán los
electores también a la altura? Alguna parte de España ya sabemos que, casi históricamente,
atiza su complejo con aquello de que España nos roba; otras regiones se quedan
solo en las cantidades sin atender a las variables desde las que se han
confeccionado; otras tal vez se olviden de que quien da suele pedir también que
el que recibe se espabile y use bien lo recibido; otras…
Se juegan demasiados partidos en el mismo campo, las
leyes del arbitraje no están del todo claras y los que tienen que jugar miran
demasiado el color de su camiseta.
De nuevo se alza como valor superior el sentido común
al lado de la mejor voluntad. Sin ellos y sin una mirada general que abarque
algún sentimiento y algún fin común todo resultará más difícil. Que perdiendo
un poco todos ganemos también todos.
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