Ya tiene algunos años este neologismo (que no veo en
el diccionario de la RAE -ni falta que hace- y que no sé si está extendido o no)
pero que me parece que no está mal hallado ni mal traído al mundo real. Viene a
indicar una fusión de dos términos y de dos ideas aparentemente
contradictorias: global y local, o globalización y localización.
En su origen, parece que japonés, se utilizó para el
mundo económico, y quería poner de relieve las bondades comerciales de actuar
con ideas globales pero con aplicaciones locales, de acuerdo con las características
propias de cada lugar. Bueno, una técnica comercial más, que no buscaría nada
nuevo sino lo que todas las otras: apoderarse del mercado, dejar con el trasero
al aire a los competidores y conformar una buena cuenta de resultados, un
aplauso de los accionistas y una subida de sueldo para los directivos de esas
que asustan.
A mí esta
variable comercial me importa poco. Sí me llama más la atención su aplicación
en otros campos de la vida: social, político, religioso, cultural…
También en estos sentidos se trataría de organizar una
serie de principios de carácter general y universal (una ideología, una religión…),
y de buscar la mejor manera de aplicarlos en cada circunstancia particular, sin
perder su esencia pero buscando su mejor rendimiento; o sea, pensar global pero
actuar local.
Esto, que no es más que un principio de actuación,
termina por asumir y por abrazar toda una manera de entender la vida.
Un ejemplo del campo político. ¿Es lo mismo ser
socialista, o del PP, o de Podemos en Béjar que en Madrid? Los conceptos que
componen la ideología deberían ser los mismos. ¿Y su aplicación en la
confrontación política? ¿Son los mismos los “oponentes”?, ¿son iguales las
condiciones de las personas -de la misma adscripción y de las otras- en cada
lugar? Parece claramente que no. Es más, y estirando un poco el argumento, ¿un
socialista en Béjar tendría la misma adscripción política en Madrid? Es un
ejemplo simplemente para meditar.
Valga solo otro apunte de tipo religioso. ¿Debe ser la
misma la aplicación de la doctrina religiosa
en las dos ciudades que se han propuesto en el ejemplo anterior? Es tan
evidente que no, que no merece demasiada explicación: carácter de la población,
número de la misma, diversidad cultural, tipo de organización eclesial, curvas
de población…
Y así en todos los campos
No se trata de negar referentes generales ni tampoco
de asentarse en relativismos absolutos, sino más bien de un intento de suma y
de media entre elementos que parecen antagónicos, solo parecen. Porque la práctica
es diaria y menuda, múltiple y diversa; los principios son menos y obedecen a
la mente y a la teoría.
Luego vienen los peligros de dar demasiada preeminencia
a los principios o a la práctica menuda y diaria. Tengo la impresión de que, al
menos en la práctica política, hay demasiada gente que no va mucho más allá del
intento instintivo del día a día, olvidando esos principios sin los cuales nada
resulta consistente y duradero. Grave peligro este. Como lo es en el campo
religioso el de la existencia de aquellos a los que les cuesta demasiado poner
al día los principios dogmáticos que terminan impidiendo todo avance y
reduciendo las prácticas en algo irreconocible para casi todo el mundo, cuando
no en algo rechazable directamente.
Glocalidad y glocalización, dos forma de plantear un
rato de pensamiento en cualquier formato y en cualquier foro. Para ello, claro,
aunque sea local, tiene que estar abierto a lo global. Y eso…
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