lunes, 16 de diciembre de 2019

EL SÍNDIC DE CATALUÑA


EL SÍNDIC DE CATALUÑA
¿Poesía social? ¿Desahogo? ¿Reflexión? ¿Bajada a la calle en las formas? Qué sé yo. Creo que he dado buenas muestras de que en mi creación cabe casi todo. Nunca he reivindicado un solo tono formal para la expresión, ni he santificado tampoco el camino más directo -a veces más sencillo y a veces más complejo- hacia el lector. La vida es así de diversa. Vuelvo a decir qué sé yo y ahí me quedo. El caso es que el fondo y el magma que alimentan todo este asunto de Cataluña me tienen hasta el gorro (por utilizar un eufemismo), y entonces…

EL SÍNDIC DE CATALUÑA
El SÍndic de Cataluña,
llamado señor Ribó,
con palabras muy solemnes
en los medios declaró
que el servicio no funciona
de sanidad y que no
deben los catalanes
en tan grave situación
atender a los enfermos
de forastera región
porque gastan muchas perras
siendo de ajena nación.

“Espanya ens roba”, repite
cada vez que la ocasión
se le presenta propicia
para esta afirmación.
“Si no vinieran de fuera
todo nos iría mejor:
no habría listas de espera
ni falta de habitación;
los catalanes, entonces,
vivirían mucho mejor.
y tendrían más dinero
para mi retribución:
son ciento treinta mil euros
lo poco que cobro yo
y necesito subirme
el pago de mi pensión.

El gobierno catalán
bien que me favoreció:
llevo más de quince años
sirviendo esta profesión,
y en estos momentos debo
devolverles el favor;
¿de quién se creen que, en el fondo,
soy realmente defensor?”.

Los enfermos, los parados
y los de la construcción,
los médicos y enfermeras,
los del taxi y el camión
preguntan de qué caverna
han sacado a este señor.

Pues era señor de izquierdas,
les responden a su voz,
y, en tiempos, también de pobres
era claro defensor.

Bendita sea la madre
que tal vástago parió,
pero qué a gusto y tranquila
seguro que se quedó
al quitárselo de encima
y regalárselo a Dios
en manos de jesuitas
que encaucen su educación,
colegio solo de ricos,
de uniformes y oración
el que el tal Síndic de Greuges
siendo joven frecuentó.

Claro que, del Ebro al este,
todo tiene bendición;
lo que aquí parece malo
allí merece perdón
e incluso, sin disimulo,
hasta pública ovación:
el Procés, la Independencia
absorben cualquier error:
lo malo se torna bueno,
lo bueno se hace mejor,
si sirve para la causa
de crear nueva nación.

Que Dios nos libre de Síndics
que olvidan que su misión
es ayudar a los pobres,
y encontrarles solución
a tantas dificultades
que la vida les mostró
y no aplaudir sin complejos,
sin vergüenza ni rubor
a los que llenan su panza
y matan su corazón.

Quizás lo de Cataluña
ya no tenga solución.
Pues mucho menos la tiene
este tal señor Ribó.