EL SÍNDIC DE CATALUÑA
¿Poesía
social? ¿Desahogo? ¿Reflexión? ¿Bajada a la calle en las formas? Qué sé yo.
Creo que he dado buenas muestras de que en mi creación cabe casi todo. Nunca he
reivindicado un solo tono formal para la expresión, ni he santificado tampoco
el camino más directo -a veces más sencillo y a veces más complejo- hacia el
lector. La vida es así de diversa. Vuelvo a decir qué sé yo y ahí me quedo. El
caso es que el fondo y el magma que alimentan todo este asunto de Cataluña me
tienen hasta el gorro (por utilizar un eufemismo), y entonces…
EL SÍNDIC DE CATALUÑA
El
SÍndic de Cataluña,
llamado
señor Ribó,
con
palabras muy solemnes
en
los medios declaró
que
el servicio no funciona
de
sanidad y que no
deben
los catalanes
en
tan grave situación
atender
a los enfermos
de
forastera región
porque
gastan muchas perras
siendo
de ajena nación.
“Espanya
ens roba”, repite
cada
vez que la ocasión
se
le presenta propicia
para
esta afirmación.
“Si
no vinieran de fuera
todo
nos iría mejor:
no
habría listas de espera
ni
falta de habitación;
los
catalanes, entonces,
vivirían
mucho mejor.
y
tendrían más dinero
para
mi retribución:
son
ciento treinta mil euros
lo
poco que cobro yo
y
necesito subirme
el
pago de mi pensión.
El
gobierno catalán
bien
que me favoreció:
llevo
más de quince años
sirviendo
esta profesión,
y
en estos momentos debo
devolverles
el favor;
¿de
quién se creen que, en el fondo,
soy
realmente defensor?”.
Los
enfermos, los parados
y
los de la construcción,
los
médicos y enfermeras,
los
del taxi y el camión
preguntan
de qué caverna
han
sacado a este señor.
Pues
era señor de izquierdas,
les
responden a su voz,
y,
en tiempos, también de pobres
era
claro defensor.
Bendita
sea la madre
que
tal vástago parió,
pero
qué a gusto y tranquila
seguro
que se quedó
al
quitárselo de encima
y
regalárselo a Dios
en
manos de jesuitas
que
encaucen su educación,
colegio
solo de ricos,
de
uniformes y oración
el
que el tal Síndic de Greuges
siendo
joven frecuentó.
Claro
que, del Ebro al este,
todo
tiene bendición;
lo
que aquí parece malo
allí
merece perdón
e
incluso, sin disimulo,
hasta
pública ovación:
el
Procés, la Independencia
absorben
cualquier error:
lo
malo se torna bueno,
lo
bueno se hace mejor,
si
sirve para la causa
de
crear nueva nación.
Que
Dios nos libre de Síndics
que
olvidan que su misión
es
ayudar a los pobres,
y
encontrarles solución
a
tantas dificultades
que
la vida les mostró
y
no aplaudir sin complejos,
sin
vergüenza ni rubor
a
los que llenan su panza
y
matan su corazón.
Quizás
lo de Cataluña
ya
no tenga solución.
Pues
mucho menos la tiene
este
tal señor Ribó.
1 comentario:
Apoteósica lección!
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