lunes, 23 de diciembre de 2019

BRINDIS NAVIDEÑO


 BRINDIS NAVIDEÑO

Con ánimo de distensión y en honor y recuerdo de los que están y de los que no están (unos aparecen y otros no, pero están todos en la memoria), dejo este divertimento que he descubierto por casualidad entre mis papeles y carpetas. Tiene fecha nada menos que de dos mil tres. Creo que sirve para cualquier comida. También para las de estos días familiares. Pasadlo bien. Felices fiestas.

 VERSOS FECHOS A LA CUADERNA VÍA, EN LOS QUE SE DA CUENTA
DE LA COMIDA FECHA CON MOTIVO DE UN CUMPLEAÑOS
Fízose la comida cual programada estaba
y a ella se presentaron en no poca mesnada,
las dos del mediodía era la hora acordada,
bien sabréis, si escucháredes, lo que en ella passaba.

Las palabras primeras son las de bienvenida,
abraços e saludos muestran buena acoxida,
ca de buena familia es costumbre seguida
poner mexilla e rostro para ósculo del día.

Sentados a la mesa, vino la bendiçión
de Magdalena madre, como en toda ocasión:
“con estos alimentos, bendícenos, Señor,
de malas tentaçiones también libéranos”.

Allí viérades rostro contrito en Felipón:
“que a mí no me libere nunca de tentaçión,
pues es lo que me queda por liberar pasión,
si tentaçión no acude, muerta es mi ilusión”.

Desde el tendido cuatro se ríe la ocurrençia,
no ansí desde el recodo de xuvenil conçiençia:
non son conoçedores de tamaña vivençia
nin toman los apuntes de tan sutil ponençia.

La comida comiença después de un momentiello,
escançiando el buen vino y el rico paneçiello,
e los platos ahúman de gusto el aireçiello,
pues lo que fue caldero tornose  calderiello.

Viérades a Françisco repartiendo paladas
de las ricas patatas, otorgando taxadas
de rica carne fechas, assaz bien coçinadas,
traídas de Pavón e bien adereçadas.

Cuando todos los platos están a rebosar,
fázese un gran silencio, cual noche sepulcral,
fasta que Magdalena repite su cantar:
“sin la quixá bajera pueden otros passar”.


Las cucharas recorren camino transitado
del plato hasta la boca, de la boca hasta el papo,
allí desapareçen, allí dexan recado
de picante guindilla y del oliente axo.

Mas la palabra torna a poner en la mesa
las ricas discusiones que axitan la cabeça
pues que los comensales van dando buena cuenta
de lo que fue caldero coçido a la pimienta.

Las largas discusiones non son de relixión
ca en aquesta morada sería la perdiçión,
mas son de la enseñança e su extraña raçón,
de pública o privada, ca muy distintas son.

Allí viérades las luchas de tipo fratriçida
por unas pelas tontas que no son repartidas,
porque si los colexios son o no guarderías
e por el mal futuro que la enseñança habría.

En los últimos postres había que deçir
al abuelo Garçía cumpleaños feliz,
e se cantó en la messa, e se vio discurrir
una lágrima grande abaxo e la nariz.

Trasladado de entero caldero al intestino,
este se puso bravo e dio señal e vino
a deçir a los postres que sería veçino
de sonora tormenta e de lluvia sin tino.

E fízose el milagro, tornose negro el sol,
sentado sobre el tigre, fize pis, fize pon,
desatáronse lluvias, la tormenta estalló,
sonaron atavales poron-poron-pon-pón.

E al cabo de un buen rato de allí salieron todos
camino de Santana por façer acomodo
a una tarde muy larga de charla y alboroto,
pues mucho rato es malo pasarlo poco a poco.

Para nueva ocasión dexarás las maneras
de venir a comida con ganas de pelea,
e farás muy buen caso a ruegos de mi suegra:
“el que quiera que venga sin la quixá baxera”.

Antonio Gutiérrez Turrión.

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