viernes, 20 de diciembre de 2019

INMUNIDAD / IMPUNIDAD


 INMUNIDAD / IMPUNIDAD
Para las comidas y cenas de estos días -sobre todo para las sobremesas-, siempre hay algo que llega en nuestro auxilio y que nos ayuda a dejar de lado aquellos asuntos que más nos rozan por proximidad familiar y que conviene dejarlos olvidados en el desván.
Este año, no es difícil adivinar que el asunto de los dirigentes catalanes, Junqueras, Puigdemont… nos traerá de cabeza y que lo mezclaremos con cualquier sorbito de licor o con cualquier dulce. Así es la vida. Como si nosotros pudiéramos solucionar algo que nos excede y que incluye cabos sueltos y escondidos de todo tipo. Sería bueno serenarse -porque el cuarto a espadas lo vamos a echar igualmente- y no querer llegar más allá de lo que podemos y, sobre todo, sabemos. Calma, pues. Y, ahora sí, también ahora, sobre todo ahora, sit and talk, please. O sea, serenidad y sosiego. Vamos.
Esos señores de los que tanto hablamos y de los que tanto vamos a hablar durante todas estas comidas están implicados en un proceso jurídico. Lo que se ha dictado tiene que ver con las formalidades que tiene que cumplir todo proceso, no con las penas que se tengan que imponer o no en él. No deberíamos, pues, poner el punto de mira en objetivos que no son tales. Que ni nos engañemos ni nos engañen.
Como de un proceso judicial y jurídico se trata, será bueno dejar que sean los técnicos en la materia los que opinen y nos guíen en nuestros conocimientos y en nuestras opiniones. No queramos solucionar cualquier detalle porque nos podemos perder en el camino y llevarnos cualquier desilusión. La justicia dirá. En cualquier sentido que se pronuncie. En cualquier sentido. Y después, acatamiento y cumplimiento de ese dictado. Esa es la garantía de un estado de derecho y no de emociones primitivas.
Pero ya verán, algo sí que podemos asegurar y defender.
Porque alguna cosa sí hay clara, incluso para los más profanos: no es lo mismo inmunidad que impunidad. Y, en el caso que nos ocupa, estamos hablando de inmunidad, no de impunidad. El tribunal europeo -que, por serlo, también es español- parece que discute la inmunidad, sobre todo por cuestión de fechas, pero nunca ha sentenciado en contra del fondo de la sentencia del TS español.
Es vedad que la inmunidad podría cuestionar la impunidad, pero solo por cuestiones formales, no de fondo; o, lo que es lo mismo, el proceso nunca quedaría agotado, aunque quedara condicionado y hasta obligado a la repetición. Son formas y son tiempos, es garantía de la justicia para todos los ciudadanos, incluso para aquellos que quieran saltársela a su capricho.
Calma, pues, que las olas y el temporal también amainan, y siempre que ha llovido ha escampado.
Es verdad que en algo contribuye todo esto a enlodar el panorama político, tan embarrado ya por sí mismo; pero la carrera es más de fondo y cada campo debería estar mejor delimitado y sembrado por semillas distintas. Y todo ello, con independencia de las opiniones políticas y sociales que cada uno tenga. Yo mismo confieso, de nuevo, que, en mi conciencia, lo que sucedió en Cataluña fue un golpe de Estado, pero tengo que acatar lo que dictaminó el TS y admitirlo como verdad jurídica, que es la que debe operar en un estado de derecho. Y, para ser más contradictorio aún, añadiré que no tengo ningún interés en que nadie esté en la cárcel. Tampoco estos señores. Entre otras razones, que en este formato no caben, porque no creo en un sistema solo punitivo. Solo quiero ver a todo el mundo con buena voluntad y con deseos de quererse entre ellos y de inventarse fines comunes que animen y que ilusiones a todos.
Así que ya ven cómo está el panorama. Tómense las uvas y el cava o el champán con calma, brinden por la felicidad de todos, también por la de estos señores, ¿por qué no? Y, luego, vean cómo pasa el tiempo, cómo las estrellas siguen en su sitio, sin importarles nada nuestras preocupaciones, y cómo el tiempo y el espacio, esos conceptos que hemos inventado para poder vivir y explicar nuestra existencia, nos van llevando a todos en su seno, como si fuéramos niños peleándonos por un quítame allá esas pajas.
Venga, que no merece la pena. A brindar mirándose a los ojos y felices fiestas.

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