NO TENGO DE QUÉ HABLAR
No tengo
de qué hablar desde hace días
y estoy
en colisión con las palabras.
Habíamos
rubricado un justo acuerdo
según el
cual yo había de presentarles
un tema al
que intentar ponerle cara:
lo que el
día nos prestara para hincarle
el diente; y a su vez ellas prestarse
a
vestirlo con traje presentable.
Pero
tengo calor y a mí estas cosas
me sacan sin
querer de mis casillas.
Sé que
hay cosas por ahí, por esos mundos,
esperando
que yo vaya a buscarlas
y sé
también que hay otras más lejanas
que me traen
el sabor de la nostalgia:
se han
ido y ya no debo repetirlas
en la
forma que muestran las palabras.
Tenéis
que perdonarme, hoy no es el día
y
prefiero tal vez ser simple cómplice
del
sosiego, el reposo y el silencio.
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