PREGUNTAS RETÓRICAS
¿De qué
hablar sin gritar y dando espacio
a que la
voz encuentre un compás dulce
y no se
vuelva lloros o lamentos
como agua
que se ahoga en los torrentes?
¿Del cruel
genocidio en Palestina?
¿Del
blando disolvente que deshace
las bases de esta extraña sociedad?
¿Del
tedio de las horas en verano,
con el
sol que retrasa hasta el olvido
los
sueños y aminora los espacios?
¿De la
pobreza gris de las palabras
buscando
hacer del tiempo lo que el tiempo
siempre
dejó en las manos del azar?
¿De la
muerte que acecha y no da tregua?
¿De la
inútil contienda de la arena
con la
espuma del mar en sus orillas?
¿Del
tiempo y del espacio como agentes
de todo
lo que ocurre en la memoria?
¿Del
nombre de la rosa? ¿De su aroma?
¿De todo
lo que fuiste y ya no eres?
¿De ti
como refugio y plenitud
en donde
ser y estar se reconocen?
¿De mí
mismo, que, al fin, soy todo esto
y sé que
soy el fuego que me salva?
¿Del
silencio, del cero, del olvido
al que me
acerca pura la palabra?
Es dura
la labor y vasto el campo;
pero he
de ir a ellos, aunque, acaso,
provoque
mi derrota en el intento.
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