miércoles, 12 de enero de 2022

LAS VERDADES Y SU OPORTUNIDAD

 

             LAS VERDADES Y SU OPOTUNIDAD

Cualquier acción humana ha de ser considerada en el espacio y en el tiempo en que se produce; de otra manera, no se puede entender ni explicar. Es como si tal hecho no existiera sin estos dos condicionantes. Sin embargo, las verdades aspiran a serlo con independencia del tiempo y del espacio en el que se materialicen, suplican por salirse de estos dos a prioris para mantenerse en un nivel más alto. De otra forma, sería difícil tenerlas como referentes e incluso se haría casi imposible la comunicación entre las personas.

Las verdades luchan, pues, entre su validez como tales y la oportunidad en la que se materializan.

La breve introducción teórica viene a cuento para dejar opinión acerca de hechos sociales notables, pero también para dar explicación de los más personales.

Hace unos días, el ministro Garzón declaraba en una entrevista que era necesario controlar la ganadería intensiva por los perjuicios que para la salud y el medio ambiente produce. En concreto, se refería a las macrogranjas de cerdos o de vacas que proliferan en España.

Y se armó la guerra mundial. Todos a tirarse al cuello del ministro; desde los ganaderos hasta los representantes públicos y periodistas de todo pelaje. Los ganaderos tienen más disculpa, pues se juegan, aparentemente, sus intereses personales. A todos los demás se les debe exigir que no caigan en la más gruesa demagogia. Lo que manifiesta el ministro ahora lo piensa cualquiera que tenga uso de razón, y lo proclamará todo el mundo en muy pocos años. ¿Por qué, entonces, se rasgan las vestiduras, si saben que dice la verdad? Por intereses inconfesables. ¿Por qué los representantes públicos tienen que atender a los halagos más inmediatos y groseros de los electores? Parece que la experiencia demuestra que funciona el método a la hora de las elecciones y del recuento de votos. Lamentable, porque, si es así, afecta a todos, a ellos como representantes y a todos nosotros como representados. Y yo no quiero echar más culpas a unos que a otros.

¿Falló la oportunidad en las manifestaciones del ministro? ¿Pudo haber cuidado más el momento y el lugar? Es posible. ¿Quién puede determinar cómo se mide eso? Porque la verdad es la verdad, dígala quien la diga y en cualquier momento que la exprese.

Será bueno que la idea cuente con el don de la oportunidad. Pero este último ha de supeditarse siempre a la primera. En caso contrario, estaremos deslizándonos hacia el abismo de renunciar a la verdad por el miedo a no encontrar nunca el momento oportuno de manifestarla.

En el mundo político, esos que se llaman hombres de partido suelen conceder más importancia al don de la oportunidad que a la esencia de la verdad: el partido se halla siempre por encima de la verdad, sobre todo si ellos recogen frutos y beneficios personales en el uso de esa oportunidad. Y este proceso, una vez iniciado, tiene muy difícil marcha atrás.

Sin ánimo de defender conclusiones absolutas y excluyentes, alzo mi copa por el ministro, quien, sencillamente, se atrevió a expresar en público lo que resulta ser una verdad de Perogrullo, moleste a quien moleste. A la larga, por cierto, es la mejor ayuda que los ganaderos interesados pueden recibir y todos nosotros con ellos.

Los ciudadanos de a pie podemos analizar las ideas, responder con nuestros apoyos o rechazos a los representantes públicos, y, lo que es mucho más importante, pensar de qué manera utilizamos en nuestras vidas particulares la defensa de las ideas y la importancia de la oportunidad a la hora de expresarlas. Las oportunidades se nos presentan a diario y a todas horas.

Habrá que darle una vuelta al asunto.

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo, Antonio.

Antonio dijo...

Pues así estamos.