¿A TIRO FIJO?
Terminé el año leyendo poesía y
comienzo el año leyendo poesía. Desde hace bastante tiempo, me atraen sobre
todo la poesía y el ensayo, o aquello que se aproxime a la filosofía. Y, sin
embargo, sigo leyendo bastante novela. Analizo y encuentro varias razones que
no vienen al caso. Mi lista de libros leídos en el último año contiene un
número redondo, cien, exactamente cien. Reconozco que, cuando me di cuenta de
que me faltaban tres o cuatro para llegar a ese número exacto, me propuse
llegar a él y pararme en el mismo. Es un capricho personal, con poco sentido y,
desde luego, sin ningún alcance mental.
En estos primeros días de 2022,
he releído a san Juan, en sus poemas y en sus Dichos y Avisos, y ando
engolfado en la relectura de la Odisea,
ya en su última parte. Por esta obra he pasado no menos de media docena de
veces en mi vida. Por san Juan he perdido gozosamente la cuenta.
Me pregunto, con toda seriedad,
si merece la pena leer alguna novela de aventuras -salvo tal vez El Quijote- después de haber leído las
peripecias de Ulises. Prácticamente todo está incluido en ella: dioses, héroes,
venganzas, instintos, naturaleza, amores, amistades, fidelidades, sentido
sagrado del acogimiento… Todo, o casi todo.
¿Y después de leer a Juan de
Yepes, juglar a lo divino, naturalista, amor sublimado, sencillez,
trascendencia, pasmo, desasimiento, entrega, ascesis, perfección…?
Todo libro contiene alguna
enseñanza, pero no todos contienen un buen puñado de ellas. La experiencia
enseña que las estructuras se repiten y que las historias no varían demasiado,
sobre todo en el género de novela. En esta tesitura, ¿qué hacer? Hasta la propia
poesía me deja vacío en demasiadas ocasiones, (sobre todo cuando leo creaciones
de los más jóvenes), y eso que el género exige que el autor ponga de su parte y
se desahogue en el poema. Pero los asuntos se repiten y son deudores de
imposiciones de la moda -sobre todo urbana y nocturna- o responden a impulsos
juveniles que no me dicen casi nada.
He defendido siempre que poesía
sin ritmo externo e interno no es poesía y me incita a alejarme de ella. Por si
fuera poco, releo de nuevo esta versión de la Odisea, traducida por Carlos
García Gual, que mantiene un ritmo absolutamente maravilloso y que, para mi
gusto, no admite comparación con ninguna otra traducción que yo haya leído.
De modo que termino preguntándome
si merece la pena asomarse a las novedades o resulta mejor ir a tiro fijo y
releer aquello que uno sabe que merece la pena. Supongo que una buena mezcla no
es mala idea. Pero, ¿cuál es el tanto por ciento de cada cosa? Calculo que en
ello tienen que ver la edad, el número de lecturas a la espalda, la formación
de cada uno, y todo un montón de variables más. Cada cual sabrá.
En el año que comienza creo que restringiré
el número de lecturas y releeré bastante más. Tal vez uno no ande ya en la
aventura por la aventura. Tal vez.
3 comentarios:
Que sean más las relecturas gozosas. San Juan no menos de una vez por trimestre.
Releo tu post y me aseguro de haber comprendido el texto.
...Yo no renunciaré a la lectura de los escritores nuevos -noveles- ... deseo continuar sorprendiéndome. ..
Un saludo.
Mi decepción está precisamente en que no me sorprendo casi nunca con ellos. Saludos.
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