viernes, 14 de enero de 2022

¿A TIRO FIJO?

¿A TIRO FIJO? 

Terminé el año leyendo poesía y comienzo el año leyendo poesía. Desde hace bastante tiempo, me atraen sobre todo la poesía y el ensayo, o aquello que se aproxime a la filosofía. Y, sin embargo, sigo leyendo bastante novela. Analizo y encuentro varias razones que no vienen al caso. Mi lista de libros leídos en el último año contiene un número redondo, cien, exactamente cien. Reconozco que, cuando me di cuenta de que me faltaban tres o cuatro para llegar a ese número exacto, me propuse llegar a él y pararme en el mismo. Es un capricho personal, con poco sentido y, desde luego, sin ningún alcance mental.

En estos primeros días de 2022, he releído a san Juan, en sus poemas y en sus Dichos y Avisos, y ando engolfado en la relectura de la Odisea, ya en su última parte. Por esta obra he pasado no menos de media docena de veces en mi vida. Por san Juan he perdido gozosamente la cuenta.

Me pregunto, con toda seriedad, si merece la pena leer alguna novela de aventuras -salvo tal vez El Quijote- después de haber leído las peripecias de Ulises. Prácticamente todo está incluido en ella: dioses, héroes, venganzas, instintos, naturaleza, amores, amistades, fidelidades, sentido sagrado del acogimiento… Todo, o casi todo.

¿Y después de leer a Juan de Yepes, juglar a lo divino, naturalista, amor sublimado, sencillez, trascendencia, pasmo, desasimiento, entrega, ascesis, perfección…?

Todo libro contiene alguna enseñanza, pero no todos contienen un buen puñado de ellas. La experiencia enseña que las estructuras se repiten y que las historias no varían demasiado, sobre todo en el género de novela. En esta tesitura, ¿qué hacer? Hasta la propia poesía me deja vacío en demasiadas ocasiones, (sobre todo cuando leo creaciones de los más jóvenes), y eso que el género exige que el autor ponga de su parte y se desahogue en el poema. Pero los asuntos se repiten y son deudores de imposiciones de la moda -sobre todo urbana y nocturna- o responden a impulsos juveniles que no me dicen casi nada.

He defendido siempre que poesía sin ritmo externo e interno no es poesía y me incita a alejarme de ella. Por si fuera poco, releo de nuevo esta versión de la Odisea, traducida por Carlos García Gual, que mantiene un ritmo absolutamente maravilloso y que, para mi gusto, no admite comparación con ninguna otra traducción que yo haya leído.

De modo que termino preguntándome si merece la pena asomarse a las novedades o resulta mejor ir a tiro fijo y releer aquello que uno sabe que merece la pena. Supongo que una buena mezcla no es mala idea. Pero, ¿cuál es el tanto por ciento de cada cosa? Calculo que en ello tienen que ver la edad, el número de lecturas a la espalda, la formación de cada uno, y todo un montón de variables más. Cada cual sabrá.

En el año que comienza creo que restringiré el número de lecturas y releeré bastante más. Tal vez uno no ande ya en la aventura por la aventura. Tal vez.

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Que sean más las relecturas gozosas. San Juan no menos de una vez por trimestre.

Berta Martín Delaparte dijo...

Releo tu post y me aseguro de haber comprendido el texto.
...Yo no renunciaré a la lectura de los escritores nuevos -noveles- ... deseo continuar sorprendiéndome. ..
Un saludo.

Antonio dijo...

Mi decepción está precisamente en que no me sorprendo casi nunca con ellos. Saludos.