ILUSTRES
En las sociedades
tradicionales, a las gentes se les van encargando oficios varios, puestos
diversos, acomodos diferentes y en ellos desarrollan sus funciones.
Normalmente, esos oficios van acompañados de su remuneración correspondiente;
con ella, el nombrado organiza su vida, distribuye sus gastos, crea su ruta en
el tiempo y se relaciona con los demás.
Existen otros
nombramientos (nominaciones dirían los del firmamento mítico y astronómico de
los Óscar) que solo llevan aparejado un reconocimiento social, al que unas
veces se le saca rédito personal y otras no.
Tal puede ser el caso
de ILUSTRE, calificación que alcanzan solo unos cuantos elegidos, y que casi
nunca, que yo sepa, es rechazada.
El pretexto, claro, es
el nombramiento de alumna ilustre de una universidad madrileña a la señora Isabel Ayuso, presidenta (ya no volveré a recordar
que me rindo al uso correcto de presidente por no verme como un bicho raro y de
especie en peligro de extinción) de la Comunidad de Madrid.
¿Quién sabe qué
significa eso de ‘ilustre’? El término ya existía en latín y no hay que
buscarle componentes ni pies al gato: illustris.
¿Se ha mantenido el significado? Si así fuera, habría que acudir a los casos
concretos en los que tal palabra se utilizaba y ver a qué realidades se
aplicaba. Dicho de otra manera: quiénes eran las personas ilustres. Y, a partir
de ahí, observar la evolución de su significado a lo largo de la Historia.
Otro campo productivo
para rastrear es el de los sinónimos: insigne, célebre, prestigioso, excelente,
acreditado, egregio, eminente, eximio, renombrado…, qué sé yo.
Las costumbres, leyes,
influencias y cuotas de poder han ido dejando un reguero de títulos, entre
ellos el de ilustre, para según qué tipos de cargos. Los obispos, sin ir más
lejos, tienen el título de ilustrísimo, si no me equivoco. Hasta yo mismo creo
recordar que tenía colgado un título del que ya ni me acuerdo. En fin, que hay
una gran diversidad a la hora de otorgar títulos, condecoraciones y
distinciones.
Este mundo de las
distinciones está condenado a ser comentado y criticado por unos y por otros.
Fundamentalmente por no tener claro cuál es el significado de tal o cual
palabra y aplicarla, en consecuencia, a aquello que más nos interesa. No hay
más que repasar las concesiones que se realizan en diversos lugares y
comunidades para ponerse a favor o en contra.
Estimular el
reconocimiento, por parte de la comunidad, de alguno de sus miembros me parece
algo en prinicpio positivo: son ejemplos que pueden servir de referentes para
los demás. Hacerlo sin un criterio riguroso se convierte en algo desagradable
para el que reconoce, para la comunidad y hasta para el que es reconocido.
En la estrecha ciudad
en la que vivo se suele nombrar anualmente un ciudadano ilustre. ¿Quién se
atreve a oponerse públicamente a ese nombramiento? No es agradable y altera la
convivencia. Pero hay nombramientos que no hay por dónde cogerlos, o, como dice
el romance, «por no haber de do le asga».
Ilustre, adoptivo,
predilecto… Qué difícil me lo ponen.
En todo caso, y cribando
todo lo que se vaya por el cedazo, algo queda que convendría mantener. Yo creo
que ilustre atiende sobre todo a personas distinguidas por su hacer personal,
por su trayectoria en beneficio de la comunidad y no solo por su beneficio o de
una parte de ella, por sus dedicaciones, por sus descubrimientos…, por una
trayectoria vital exitosa y ejemplar. Y aún añadiría algo más: que esa
trayectoria tenga algo que ver con el campo del saber. Ya sé que sigo en cierta
indefinición, pero por los agujeros de la criba se me escapa todo lo demás. De
otra manera, andaremos descubriendo gentes ilustres debajo de cada piedra. Y así
el brillo, el lustre y la luz se nos convierten en descrédito, desprestigio y
oscuridad.
Y ahora, vuélvase al
nombramiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o a alguno de los
últimos años en la ciudad de Béjar, y extráiganse las consecuencias
pertinentes. Ufff.
1 comentario:
Excelente exposición y muy acertado el contenido (o tal vez es que coincida con mi forma de ver las cosas). Lástima que se vaya degradando tanto el lenguaje.
Por último, gracias por darme una solución o postura frente al género de palabras del tipo presidente, cliente, residente, etc.
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