Esta aldea global que formamos todos nos ofrece una
mezcla de imposiciones sociales, sin las cuales no podemos vivir, y otra serie
de elecciones personales sin las que tampoco podemos decir que nuestra vida
esté explicada. Según los contextos, acudimos a la explicación de los elementos
sociales o de los personales para calificar y juzgar las acciones. El ser
humano es un animal social, esto ya lo sabemos desde siempre; y, a medida que
la población de este pequeño planeta aumenta, lo es, inevitablemente, más.
Pero es que esa impronta personal se traduce tanto en
el comportamiento individual como en la actuación en el colectivo, y en esa
mezcolanza es donde se dirime la escala de valores que defiende cada uno, en la
que desarrolla su vida y sus acciones.
Ha fallecido Pepe Mujica, expresidente de Uruguay. Veo
imágenes de su vida en el mismo telediario en el que aparece el actual
presidente de EEUU en Arabia Saudí, haciendo negocios de armas por valor de no
sé cuántos miles de millones de dólares. Los dos personajes son animales
sociales, han nacido en una comunidad, viven en una sociedad y se relacionan
con sus semejantes.
Pero, Dios mío, qué vergüenza solo el intento de hacer
comparaciones entre los dos. Sus escalas de valores, sus formas de vida, sus
intereses, su ética, sus actividades, sus proclamas, sus invitaciones a los
demás, sus ideales para la comunidad..., su sentido de la vida, en suma, se
parecen como la noche al día. En este caso, como el día (Mujica) a la noche
(Trump). Mi admiración sin condiciones para el primero y lo que representa, y mi más absoluto
desprecio para lo que representa el segundo.
Cuando fallece una persona, tendemos a destacar sus
aspectos más positivos. Está en la lógica humana. En este caso, además, la persona
y los valores que representaba se lo merecen.
¿Por qué tantos seguidores incondicionales para el
presidente de EEUU y muchos menos para Mujica? Porque, aunque hoy los medios de
tantos países se acuerden de la coherencia, de la sencillez y de los ideales
sociales del uruguayo, mañana volveremos a la refriega de los enfrentamientos y
del aplauso a aquel que dé más voces y aparente derrotar al contrario, o a
seguir con entusiasmo a aquel que venza en público y a ignorar a todo aquel que
no se exhiba ante los demás.
El mundo se nos sigue yendo en buena medida en
apariencias y en histriones a gogó, en vociferadores y en demagogos, en cabezas
vacías y en fuegos de artificio.
Pero siguen existiendo en la sombra muchas gentes con
valores, con conciencia social, con el silencio y la actividad por montera, y
con alguna coherencia entre sus ideas y sus acciones.
Pepe Mujica ha sido un ejemplo para todos estos. Y para
todos los otros, si quieren pararse a pensar un poco y a hacer de su vida algo
más que fogonazos y apariencias. Grande este hombre, por ser sencillamente
humano. Un honor, un ejemplo y un espejo en el que mirarse de vez en cuando. Gracias
por todo y por tanto.
1 comentario:
Pués sí, todo un ejemplo.
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