jueves, 21 de abril de 2016

-ISMOS


Patriotismo: evoca la tierra del padre.
Nacionalismo: hace referencia al lugar donde se nace.
Extremismo, radicalismo, integrismo… Muchos ismos. Y todos con la vitola de la exageración y del desparrame.
Vivimos unos días de mucho ismo, sobre todo en lo referente a los dos primeros que arriba se han citado: mucho patriotismo y mucho nacionalismo. El primero lo practican aquellos a los que se les llena la boca de palabras abanderadas y se símbolos rojigualdos, pero que al mismo tiempo alquilan los servicios de los mejores bufetes para que mantengan a buen recaudo sus cuentas corrientes en los lugares donde los perros sabuesos fiscales huelen menos o sencillamente no llegan porque la ingeniería fiscal es la auténtica ingeniería que parece enseñar la vida y no las facultades universitarias. ¿Para qué tanto esfuerzo en la ingeniería mecánica, o en la industrial, en la electrónica o en la informática? Nada de eso, por dios, estudie usted ingeniería fiscal y verá cómo le crece el pelo. Después podrá asistir a los mercadillos de la beneficencia, echar unos euros dejándose ver y servir de ejemplo de todos esos desalmados que no aman a su patria como deben ni se esfuerzan por respetar los símbolos que nos acogen a todos. Ah, la patria.
El nacionalismo no excluye el patriotismo, pero incorpora elementos de nacimiento y de tribu. El buen nacionalista se inserta en el árbol genealógico y conserva el RH sanguíneo en toda su pureza hasta la última generación, aquella que se pierde en la niebla de las cavernas. Lo que viene de fuera es de otra estirpe y aceptarlo en la tribu supone demasiadas ceremonias. Eso sí, si hace falta, se admite su presencia hasta que el reconocimiento de la nación se haga efectivo; luego ya veremos a ver cómo volvemos a aquello de la pureza y del nacimiento para hacer nación. Y todo esto en el mundo de las comunicaciones, de los AVES, de internet y de los cielos cuajados de pájaros voladores y de emigrantes por todas partes.
En cualquier división para el estudio de la creación humana, se echa mano de los ismos, pero como signo de algo novedoso que después pasa para dar lugar a un nuevo y pasajeros ismo. En lo de las patrias y las naciones parece que el ismo tiene vocación de permanencia y que se ha quedado a vivir en la esencia de los mismos.

Amo a mi pueblo como lugar en el que nací, en el que vi la luz por primera vez y en el que eché mis primeros pasos y mis primeras palabras. Quiero las tierras donde vivo porque son las de mis padres y las de mis antepasados y a ellas me siento biológicamente unido. Pero no más allá del azar que es el que me situó en ese lugar y en esa cadena de generaciones. Yo también quiero darme por aludido en el nacionalismo y en el patriotismo. Pero no en el provincianismo, en el aldeanismo, en el tribalismo y en el mundo de las cavernas. Y mucho menos en la falsedad, en la apariencia, en la deshonestidad y en el paraíso artificial del robo y del engaño.

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