EN MEDIO DE LOS DÍAS
Un mes ya transcurrido
del invierno. Los ya lejanos días de fin de año, la ausencia de los seres más
queridos, la pandemia que empuja y que no cede, la perspectiva todavía confusa,
la ola de frío que heló hasta las entrañas, el ciclón posterior con sus
borrascas, el anuncio feliz del nuevo libro, las horas que se apiñan todas
juntas en la monotonía, las lecturas diversas que hacen más ancho el mundo,
esas calles vacías tanto tiempo, el verde que ya apunta poco a poco, el
almendro rompiendo con sus flores (he de bajar a verlo), los hijos y los nietos
en figuras pequeñas a través del teléfono, la sensación extraña de un mundo
poco alegre y encogido, la primera cigüeña por los aires, la sierra en
claroscuro con sus manchas de nieve, el río en lo más hondo, el sol en otros días
dando solaz y calma a los paseos frecuentes por la Cerrallana, la luz que ya se
estira poco a poco y tal vez se despereza del invierno, mi sensación del tiempo
más fugaz y constante, de nuevo Salamanca en mascarillas, la huida instintiva
de las duras imágenes que nos deja la tele…
Sin embargo, también al
mismo tiempo, sentir que, sea como sea, todo tiene sus ritmos y sus plazos,
saber que hay horizontes que barruntan el día, escuchar como ecos de esperanza,
acostumbrarse al fin a casi todo, saber que hoy es mejor que ayer y seguro que
peor que mañana, sentir que hay muchas gentes en peor situación (aunque sea el
mal de muchos un consuelo instintivo de los tontos), mirar y ver que hay gente
que nos quiere, poseer el don espléndido de la curiosidad, reconocer que
aquello que no depende de nosotros no merece demasiada consideración, querer y
ser querido como frontis perfecto o menos malo, hacer del mundo un todo
relativo, aceptar como vienen los achaques, seguir emocionándose por lo menos
diez veces cada día…
Ya apunta el horizonte
hacia febrero, dirá adiós a los santos de la gorra, buscará sombra el perro,
habrá de todo un poco (febrero loco), amanecerá
Dios y medraremos, buscaremos con fuerza el afán que nos traiga cada día… Y
seremos el tiempo, el principio y el fin de nuestro tiempo, que es el alfa y la
omega de los tiempos.
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