lunes, 25 de enero de 2021

LEYENDO A HERBERT SPENCER

 

 LEYENDO A HERBERT SPENCER

Las tardes invernales dan tanto para unas sesiones televisivas monocordes como para la lectura de textos al calor del radiador. Las primeras ya tienen sus legiones de marujas. Las segundas se cocinan con un poquito de música de fondo y algo de silencio para poder pensar.

H. Spencer es un filósofo del siglo diecinueve, liberalote de los de ahora en sus ideas, sin concesiones para los sentimientos, que pone guinda a muchas escenas y realidades sociales tanto de entonces como de ahora.

Yo creo que también en filosofía, el paso del tiempo modela las ideas y las acentúa o las debilita. La variable, por ejemplo, del número de personas en las que se pueden aplicar esas ideas es tan cambiante -siempre hacia el aumento-, que no sé si el mismo Spencer no suavizaría sus propias palabras.

En todo caso, resulta muy agradable dialogar mentalmente con él, con su franqueza y con su manera de entender el mundo. Y siempre en busca de la felicidad y el bien común, que para él es la felicidad de la suma de individuos uno a uno. Así sí da gusto confrontar y razonar.

Qué diferencia con lo que generalmente se ve por estos pagos.

Copio algunas de las ideas que desgrana Spencer en su obra El individuo contra el Estado:

. Toda ley que contribuya a alterar la actividad de los individuos (bien imponiendo a éstos nuevos obstáculos o restricciones, bien proporcionándoles auxilio) les afecta de tal modo que su naturaleza se adapta a ella con el tiempo. Aparte del efecto inmediato, se encuentra el remoto, consistente en la reforma del carácter dominante; reforma que puede no desearse, pero que, en cualquier caso, es el resultado más importante que hay que considerar.

. Hallamos una razón definida para que la voluntad de la mayoría se imponga dentro de determinados límites y un fundamento suficiente para negar el derecho de la mayoría, fuera de dichos límites.

. ¿Son válidos siempre los derechos de la comunidad en contra de los individuales, o tiene el individuo algunos derechos que puedan prevalecer contra la comunidad?

. El carácter moral nace tan solo con la distinción entre lo que es permitido hacer al hombre, al aplicar las actividades necesarias para el sostenimiento de la vida, y lo que no le es permitido hacer.

. El pretendido derecho divino de los Parlamentos y el derecho divino de las mayorías que implica no son otra cosa que verdaderas supersticiones.

. Estos hechos que deben servir de pauta a todo juicio racional de utilidad, son: que la vida consiste en el ejercicio de ciertas actividades, por las cuales se sostiene; y que, siendo necesario que estas actividades se limiten recíprocamente, entre los hombres reunidos en sociedad, su ejercicio no debe cohibirse más allá de los límites naturalmente creados; lejos de ello, la función de los agentes que dirigen la sociedad debe ser el hacer respetar y garantizar tal ejercicio.

. Cuando se comience a ver claro que en una nación donde gobierna el pueblo, el poder es solo un administrador, se verá también indudablemente que este administrador carece de autoridad propia, habiendo recibido la que tiene de los que le nombran, que pueden limitarla como cran conveniente. Al propio tiempo se comprenderá que las leyes no son sagradas en sí mismas, recibiendo exclusivamente el carácter de tales por la sanción moral, que se deriva a su vez de las leyes de la vida humana.

Ya se ve de qué pie cojea este pensador.

Claro que no estoy en todo de acuerdo, porque no soy capaz de concebir al ser humano aislado en una realidad de tantos miles de millones como poblamos este pequeño planeta. Sí coincido radicalmente con Spencer en el carácter de finalidad del proyecto social, que no debe ser otro que el de conseguir para el ser humano individual el mayor grado de felicidad. Incluso hasta en las situaciones tan extremas como el de una pandemia, en la que la actuación del ser humano individual carece de sentido y muestra todas sus debilidades.

Pero recorrer ese largo camino dialogando con gente que razona es un paseo siempre sabroso y productivo.

Así, con un poco de aquí y otro de allí, uno va forjando criterio. Casi siempre para dibujar aristas y atenuantes en casi todo. Ojalá sirviera también para ser un poco más comprensivo y algo menos misántropo.

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