SUEÑOS
Con los sones de los juegos olímpicos en la
puerta, se apagan los ecos de la eurocopa de fútbol. Las imágenes duran menos
que una ráfaga de viento, son sustituidas por otras y nosotros nos quedamos
como tontos viéndolas volar sin tomar de ellas casi nada.
Pero las imágenes han servido para alguna consideración
que se repite siempre en estos casos. Cuando alguna persona que procede de la
marginalidad de cualquier tipo (social, económica, religiosa, racial…) consigue
un éxito notable, lo valoramos y lo ponemos como ejemplo del camino que hay que
seguir y de las metas que todos podemos conseguir si desarrollamos generosamente
el esfuerzo. Es aquello de que con esfuerzo, trabajo y empeño todo se alcanza. Como
si del “sueño americano” se tratara, para entendernos. A mí me parece que tal afirmación
encierra una buena dosis de verdad y de buena voluntad, pero que también
incluye un peligro entre las personas que la escuchan y la analizan.
Fijémonos en el caso de los futbolistas Nico Williams
y Lamin Yamal. Ambos proceden de la marginalidad, han tenido un recorrido vital
dificultoso, seguramente han puesto de su parte una buena dosis de esfuerzo y
sacrificio, y, oh milagro, han conseguido unas metas sociales y económicas muy
altas.
Como los ascendientes de ambos han venido a España
desde lugares de los que parten tantos miles de migrantes, imaginemos el
pensamiento de estas personas al ver o escuchar la suerte de estos dos deportistas.
Es evidente que pensarán que ellos también están dispuestos a prestar el mismo
grado de esfuerzo y de sacrificio. De hecho, muchos miles se echan al mar en busca
de una vida mejor y están dispuestos para conseguirlo a cualquier sacrificio.
Muchos, desgraciadamente, hasta dejan su vida en los mares.
Entonces, ¿se puede afirmar que con el esfuerzo
y el sacrificio todo se consigue? Parece más bien una broma de mal gusto y un
chiste de humor negro. El éxito de uno representa la excepción frente a tantos
y tantos fracasos y a tantos y tantos ejemplos que se quedan por el camino.
¿Significa esto que debemos negar el valor del
esfuerzo y del entusiasmo personal? Eso sería demagogia barata. Pero no sé si
no es peor realizar afirmaciones que solo se cumplen en casos aislados y en un
porcentaje muy reducido. La vida tal vez es un equilibrio entre la igualdad de
oportunidades y el esfuerzo individual de cada ciudadano. Los esfuerzos
sociales deben ir encaminados a proporcionar igualdad de oportunidades a todos.
Después deben llegar los aplausos por el esfuerzo personal, que tampoco todo el
mundo realiza con la misma intensidad. Lo contrario tal vez no haga otra cosa
que seguir justificando las excepciones y olvidándonos de todos los demás. Que
son prácticamente todos.
Es fácil soñar; despertar no siempre es tan
placentero.
1 comentario:
Tienes razón, es más fácil solidarizarse con el éxito, que con el fracaso.
Publicar un comentario