lunes, 22 de julio de 2024

SUEÑOS

 SUEÑOS        

Con los sones de los juegos olímpicos en la puerta, se apagan los ecos de la eurocopa de fútbol. Las imágenes duran menos que una ráfaga de viento, son sustituidas por otras y nosotros nos quedamos como tontos viéndolas volar sin tomar de ellas casi nada.

Pero las imágenes han servido para alguna consideración que se repite siempre en estos casos. Cuando alguna persona que procede de la marginalidad de cualquier tipo (social, económica, religiosa, racial…) consigue un éxito notable, lo valoramos y lo ponemos como ejemplo del camino que hay que seguir y de las metas que todos podemos conseguir si desarrollamos generosamente el esfuerzo. Es aquello de que con esfuerzo, trabajo y empeño todo se alcanza. Como si del “sueño americano” se tratara, para entendernos. A mí me parece que tal afirmación encierra una buena dosis de verdad y de buena voluntad, pero que también incluye un peligro entre las personas que la escuchan y la analizan.

Fijémonos en el caso de los futbolistas Nico Williams y Lamin Yamal. Ambos proceden de la marginalidad, han tenido un recorrido vital dificultoso, seguramente han puesto de su parte una buena dosis de esfuerzo y sacrificio, y, oh milagro, han conseguido unas metas sociales y económicas muy altas.

Como los ascendientes de ambos han venido a España desde lugares de los que parten tantos miles de migrantes, imaginemos el pensamiento de estas personas al ver o escuchar la suerte de estos dos deportistas. Es evidente que pensarán que ellos también están dispuestos a prestar el mismo grado de esfuerzo y de sacrificio. De hecho, muchos miles se echan al mar en busca de una vida mejor y están dispuestos para conseguirlo a cualquier sacrificio. Muchos, desgraciadamente, hasta dejan su vida en los mares.

Entonces, ¿se puede afirmar que con el esfuerzo y el sacrificio todo se consigue? Parece más bien una broma de mal gusto y un chiste de humor negro. El éxito de uno representa la excepción frente a tantos y tantos fracasos y a tantos y tantos ejemplos que se quedan por el camino.

¿Significa esto que debemos negar el valor del esfuerzo y del entusiasmo personal? Eso sería demagogia barata. Pero no sé si no es peor realizar afirmaciones que solo se cumplen en casos aislados y en un porcentaje muy reducido. La vida tal vez es un equilibrio entre la igualdad de oportunidades y el esfuerzo individual de cada ciudadano. Los esfuerzos sociales deben ir encaminados a proporcionar igualdad de oportunidades a todos. Después deben llegar los aplausos por el esfuerzo personal, que tampoco todo el mundo realiza con la misma intensidad. Lo contrario tal vez no haga otra cosa que seguir justificando las excepciones y olvidándonos de todos los demás. Que son prácticamente todos.

Es fácil soñar; despertar no siempre es tan placentero.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Tienes razón, es más fácil solidarizarse con el éxito, que con el fracaso.