Ayer acudí a Salamanca para
cumplir varias obligaciones. Una de ellas se desarrolló en el Hospital de la
Santísima Trinidad: Mª Adela se operaba de una dolencia en el
hombro derecho. Entraba con carita de asustada, pero despertó serena y dulce. Todo resultó satisfactorio y hoy ya combate el dolor
postoperatorio en su casa. Y yo que me alegro de ello.
Me sirve este hecho como pretexto
para una consideración mitad filológica, mitad sociológica y política. Veamos.
A lo largo de los tiempos se ha
hablado en las gramáticas de diversas voces, como atributos o morfemas de los
verbos: voz activa, pasiva, perifrástica, media, pasiva refleja. Hoy, en
nuestra lengua, casi todo queda reducido a la voz activa y a esa nueva voz de
pasiva refleja, que viene a quedarse con las pertenencias de la antigua pasiva:
la empresa vende casas por se venden casas. Y ya casi nadie habla
tampoco de una llamada voz media, que venía a indicar que el sujeto gramatical,
en estructura de voz activa, tampoco realizaba la acción sino que se la dejaba
hacer: me corto el pelo, me opero de algo, me arreglo la dentadura…
Como si uno fuera experto en peluquería, cirujano o dentista. Yo desde luego
que no, conmigo que no cuenten. La consulta de un dentista o un hospital me
producen un respeto considerable, por decirlo con un eufemismo.
¿Por qué nuestro idioma se
apropia de expresiones en las que parece verse un deje evidente de sacapechos,
de superioridad y hasta de soberbia? Porque todos los planos están
interrelacionados. La lengua no es más que un reflejo aproximado de la
realidad, o mejor, de la manera que cada comunidad tiene que ver la realidad,
así convertida en su propia realidad. Puede parecer un pequeño rompecabezas,
pero no es más que otra muestra de que todos los niveles y planos están
interconectados. Y de que nuestra historia y nuestra forma de ser son las que son.
Pue dime de qué presumes y te diré
de qué careces. Así reza el dicho popular castellano. Y sospecho que encierra
mucha verdad.
Cada cual sabrá en qué medida se
siente aludido y si esta sospecha se ve corroborada con ejemplos a su alrededor.
El siguiente paso es comprobar
los efectos que tal supuesta prepotencia produce entre la infantería del ejército,
o sea, entre los componentes de la sociedad. No tengo muy buen pálpito al
respecto, aunque reparto responsabilidades diferentes y no me excluyo del grupo
de los afectados. Pero hay escaparates que figuran en primera línea de exposición.
Tal es el caso del mundo político, deportivo, o de medios de comunicación.
Sospecho -por no decir que tengo
casi la certeza- de que algunos de los nuevos grupos políticos llegan a la
feria pidiendo palcos de honor y luciendo demasiado músculo, o sea, practicando
políticamente demasiada voz media. Un poquito de sencillez y de respeto a los
demás no vendría mal, porque uno no lo hace todo si no es con ayuda de todos
los otros, ni posee toda la verdad casi nunca.
Cuando se nos va la fuerza por la
boca, tal vez no nos quedan fuerzas para la acción real y productiva, esa que
tanto necesitamos. También desde los grupos nuevos, renovadores y llenos, sin
duda, de ideales positivos y transformadores.
Ojalá Mª Adela me perdone por
haberla usado como pretexto para esto de la voz media lingüística, social y política.
Que se mejore y que nos mejoremos todos.
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