jueves, 7 de septiembre de 2023

APODOS: ANÉCDOTAS Y CATEGORÍA

APODOS: ANÉCDOTAS Y CATEGORÍA

Regresamos de un paseo matutino. Al borde de la carretera, charla un grupo de ciclistas que, a su vez, también vuelven de su actividad deportiva. De manera espontánea, uno de ellos me espeta:

«Te presto la bici para que des un paseo».

Me acerco, la cojo al peso y le respondo:

«Gracias, pesa mucho».

El dueño me responde en plan jocoso:

«Pesa más que yo, pues yo peso un comino».

Enseguida me doy cuenta de su tono. Efectivamente, es de la familia de los «Cominos». Nos reímos todos. Aprovecho para recordarle lo que todos sabemos, que contra los apodos es mejor no insistir ni empeñarse en que no se usen: la gente se empeña y poco o nada se puede hacer para eliminarlos. Y me vino a la mente que yo mismo tengo en mí y a mi lado ejemplos de apodos, motes o desviaciones de nombres. Recodé enseguida tres.

 El primero afecta a mi familia. Yo nací en un pueblecito en el que mi padre era carbonero. Nosotros somos en el pueblo «los carboneros». Sobra decir que llevo el sobrenombre con mucha honra y orgullo.

El segundo afecta a mi hijo mayor. Estudió la carrera de Informática con gran aprovechamiento. Hoy ejerce su enseñanza en una universidad. Sus compañeros de colegio mayor, supongo que por analogía con Bill Gates, lo llamaron y lo llaman «Bili». No me gusta tanto como el anterior, pero poco puedo hacer por que vuelvan a su nombre de pila.

El tercero me afecta directamente a mí. Salvo mis más allegados, la gente me conoce como «Turrión». Naturalmente, estoy orgulloso del apellido de mi madre, pero tampoco renuncio al de mi padre. Por si fuera poco, mi firma se eternizaría si quisiera llegar hasta el segundo apellido. ¿Qué le vamos a hacer si la gente se ha empeñado en ello?

Hasta aquí las anécdotas. Ahora la categoría, si es que la hay.

Definición de mote: Nombre que se da a una persona en vez del suyo propio y que, generalmente, hace referencia a algún defecto, cualidad o característica particular que lo distingue.

Si salvamos lo del defecto, bien podríamos quedarnos con todo lo demás. No siempre, por cierto, el mote ha tenido sentido despectivo (en el mundo romano era muchas veces simplemente descriptivo), sino sencillamente identificador: nos servía para una identificación más precisa, vistosa o llamativa. Piénsese, por ejemplo, en los jugadores de fútbol de origen latinoamericano y en el abuso que del mote hacen. O la frecuencia de su uso en los pueblos sin que nadie se sienta por ello ofendido.

La comunicación con la palabra debe buscar primero la claridad e inmediatamente después la economía de medios. Pues, si los motes nos sirven para esa primera cualidad, bienvenidos sean. Siempre que no busquemos con ellos la ofensa ni el desprecio. Porque con la palabra se puede causar mucho beneficio, pero también mucho daño. Como casi siempre, la buena voluntad y el sentido común suelen hacer casi todo el trabajo.

Después de echarnos unas risas, dejamos al «Comino» y a sus acompañantes y seguimos nuestro camino. Yo me llevé conmigo los «carboneros», los «bilis» y los «turriones». Así, tan a gusto y tan feliz.

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