MÁS EUROPA. ¿QUÉ EUROPA?
Los que peinamos más canas, tenemos al menos
alguna ventaja en lo que pueda suponer la perspectiva temporal; y esto es así
lo mismo siendo igual de tontos o de listos que los más jóvenes.
Cuando España aspiraba a entrar en la entonces
llamada Comunidad Europea, a muchos no nos tenían que concretar demasiado ni
las condiciones ni las obligaciones o derechos: sencillamente queríamos ser
europeos, con todo lo que aquello pudiera significar. Han pasado ya muchos años
desde aquella fecha feliz, se han sucedido muchos acontecimientos, la Unión se
ha hecho más amplia y navega entre acuerdos y conflictos, con dos pasos
adelante y uno atrás.
Mañana se celebran en España elecciones al
Parlamento Europeo. En forma de guion, estas son algunas de mis
consideraciones:
. La amplitud de la Unión, tanto en territorios
como en países y habitantes, está conllevando mayor dificultad en la gobernanza
y en la toma de decisiones.
. A pesar de todo y en términos generales, este
sigue siendo el territorio en el que menos mal se cumplen las reglas mínimas de
la democracia y los valores de la igualdad y de participación.
. Se anuncia un avance significativo de la
extrema derecha, que amenaza con el peligro de la vuelta atrás en mucho de lo
conseguido.
. Esencialmente habrá que seguir avanzando en
la homogeneidad económica y fiscal para que la igualdad tenga verdadero sentido
y la confianza en la pertenencia a este club se manifieste sin reservas.
. Solo el acercamiento fiscal nos llevará a la
aproximación política, y esta, a una voz común en valores, comercio, defensa,
influencia internacional…
. La igualdad fiscal solo puede tener
consistencia y duración si se basa en unos principios filosóficos y doctrinales
básicos que sostengan y justifiquen las leyes que se vayan aprobando.
. La realidad actual nos presenta unas posturas
políticas enfrentadas entre aquellos que defienden más cesiones a la gobernanza
común y los que quieren devolver el poder a los Estados nacionales.
. La derecha no tiene entre sus principios
precisamente la universalidad. Los nacionalismos viven con el sentimentalismo a
la espalda y se muestran insaciables en sus peticiones, no se conforman ni con
el centralismo, ni con el federalismo entre naciones ni con el confederalismo.
Y poco importa que se proclamen de izquierdas o de derechas. Si la izquierda,
por definición, es internacionalista, todos los partidos nacionalistas o independentistas,
se llamen como se llamen, se sitúan en la derecha más radical posible. Por
supuesto, la extrema derecha sencillamente no entra ni en baremo para poder ser
considerada.
. ¿Cómo
conjugar, pues, esta tensión entre los intereses tan egoístas y particulares
con el avance y el progreso de la Unión? Mientras los grandes partidos no
eleven la mirada y la proyecten hacia el bosque, olvidándose de su árbol
particular, el camino seguirá lleno de impedimentos.
. Me parece que tienen que mejorar mucho también
los partidos llamados de izquierda en España, pues entre izquierdistas
multinacionales, izquierdistas de base reducida y casi provincial o aldeana, y nacionalistas
camuflados de izquierdistas hacemos un apoda que deja al árbol casi al desnudo.
. Los nacionalismos siguen siendo, como lo han
sido desde el siglo diecinueve en España, una losa que lastra la convivencia y
agota las fuerzas que se podrían dedicar a otros proyectos comunes en los que
lo importante no es lo particular sino lo colectivo.
. Europa tiene que ser concebida y articulada
como una amplia comunidad de ciudadanos en la que cada cual puede guardar su
pertenencia a una comunidad, a unas costumbres y a una lengua; pero con una
base común en unos valores en cuyo fundamento estén el individuo (todos los
individuos) con sus derechos, sus obligaciones y el orgullo de pertenecer a una
comunidad en la que los valores de la dignidad humana, de la solidaridad y de
la justicia se sitúan como ejes vertebradores de todas las actuaciones. Esa
tiene que ser la verdadera nación europea y no la de los regionalismos
excluyentes, ni la de los independentismos supremacistas ni la de los
aldeanismos anclados en lo más oscuro de la historia.
. ¡Y nos pasamos el tiempo de escándalo en
escándalo por un quítame allá esas pajas de una denuncia particular o un
rosario vespertino! Ufffffffffffffff
. Mi ánimo no es el más encendido, pero tampoco
quiero caer en el pesimismo y menos en la odiosa equidistancia. No, no todos
los partidos son iguales. Cada cual extraerá sus propias conclusiones y sabrá
lo que tiene que hacer. Porque lo que no hagas tú otros lo harán por ti. O eso
dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario