sábado, 8 de junio de 2024

MÁS EUROPA. ¿QUÉ EUROPA?

MÁS EUROPA. ¿QUÉ EUROPA?

Los que peinamos más canas, tenemos al menos alguna ventaja en lo que pueda suponer la perspectiva temporal; y esto es así lo mismo siendo igual de tontos o de listos que los más jóvenes.

Cuando España aspiraba a entrar en la entonces llamada Comunidad Europea, a muchos no nos tenían que concretar demasiado ni las condiciones ni las obligaciones o derechos: sencillamente queríamos ser europeos, con todo lo que aquello pudiera significar. Han pasado ya muchos años desde aquella fecha feliz, se han sucedido muchos acontecimientos, la Unión se ha hecho más amplia y navega entre acuerdos y conflictos, con dos pasos adelante y uno atrás.

Mañana se celebran en España elecciones al Parlamento Europeo. En forma de guion, estas son algunas de mis consideraciones:

. La amplitud de la Unión, tanto en territorios como en países y habitantes, está conllevando mayor dificultad en la gobernanza y en la toma de decisiones.

. A pesar de todo y en términos generales, este sigue siendo el territorio en el que menos mal se cumplen las reglas mínimas de la democracia y los valores de la igualdad y de participación.

. Se anuncia un avance significativo de la extrema derecha, que amenaza con el peligro de la vuelta atrás en mucho de lo conseguido.

. Esencialmente habrá que seguir avanzando en la homogeneidad económica y fiscal para que la igualdad tenga verdadero sentido y la confianza en la pertenencia a este club se manifieste sin reservas.

. Solo el acercamiento fiscal nos llevará a la aproximación política, y esta, a una voz común en valores, comercio, defensa, influencia internacional…

. La igualdad fiscal solo puede tener consistencia y duración si se basa en unos principios filosóficos y doctrinales básicos que sostengan y justifiquen las leyes que se vayan aprobando.

. La realidad actual nos presenta unas posturas políticas enfrentadas entre aquellos que defienden más cesiones a la gobernanza común y los que quieren devolver el poder a los Estados nacionales.

. La derecha no tiene entre sus principios precisamente la universalidad. Los nacionalismos viven con el sentimentalismo a la espalda y se muestran insaciables en sus peticiones, no se conforman ni con el centralismo, ni con el federalismo entre naciones ni con el confederalismo. Y poco importa que se proclamen de izquierdas o de derechas. Si la izquierda, por definición, es internacionalista, todos los partidos nacionalistas o independentistas, se llamen como se llamen, se sitúan en la derecha más radical posible. Por supuesto, la extrema derecha sencillamente no entra ni en baremo para poder ser considerada.

 . ¿Cómo conjugar, pues, esta tensión entre los intereses tan egoístas y particulares con el avance y el progreso de la Unión? Mientras los grandes partidos no eleven la mirada y la proyecten hacia el bosque, olvidándose de su árbol particular, el camino seguirá lleno de impedimentos.

. Me parece que tienen que mejorar mucho también los partidos llamados de izquierda en España, pues entre izquierdistas multinacionales, izquierdistas de base reducida y casi provincial o aldeana, y nacionalistas camuflados de izquierdistas hacemos un apoda que deja al árbol casi al desnudo.

. Los nacionalismos siguen siendo, como lo han sido desde el siglo diecinueve en España, una losa que lastra la convivencia y agota las fuerzas que se podrían dedicar a otros proyectos comunes en los que lo importante no es lo particular sino lo colectivo.

. Europa tiene que ser concebida y articulada como una amplia comunidad de ciudadanos en la que cada cual puede guardar su pertenencia a una comunidad, a unas costumbres y a una lengua; pero con una base común en unos valores en cuyo fundamento estén el individuo (todos los individuos) con sus derechos, sus obligaciones y el orgullo de pertenecer a una comunidad en la que los valores de la dignidad humana, de la solidaridad y de la justicia se sitúan como ejes vertebradores de todas las actuaciones. Esa tiene que ser la verdadera nación europea y no la de los regionalismos excluyentes, ni la de los independentismos supremacistas ni la de los aldeanismos anclados en lo más oscuro de la historia.

. ¡Y nos pasamos el tiempo de escándalo en escándalo por un quítame allá esas pajas de una denuncia particular o un rosario vespertino! Ufffffffffffffff

. Mi ánimo no es el más encendido, pero tampoco quiero caer en el pesimismo y menos en la odiosa equidistancia. No, no todos los partidos son iguales. Cada cual extraerá sus propias conclusiones y sabrá lo que tiene que hacer. Porque lo que no hagas tú otros lo harán por ti. O eso dicen.

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