SON COSAS DE LA VIDA Y DE LOS DÍAS
Hay días en que me calzo
zapatillas,
compradas en rebajas a buen
precio,
me pongo a deambular por los
pasillos
de mi casa y me siento
como un niño en el seno de su
madre.
Es hora de sillones y terraza,
de páginas en libros y de
luces
que me asaltan llegadas desde lo
alto,
de sombras o de lluvias,
según sean la estación y mi semblante.
Otros en que me calzo a buena
hora
las botas de subir a la montaña;
con ellas voy golpeando las
paredes
y enfado a mis vecinos,
como si un oso en celo se irritara.
Entonces me desplazo por las
plazas,
recorro los caminos, las
aceras,
me refugio en los gritos de mi
mente
y nunca doy la talla
conmigo ni con nadie a quien
me encare.
Son cosas de la vida, que se
empeña
en hacerme vivir al
contragolpe,
en una confusión interminable,
pues no sé si atacar o
defenderme
o dejarme en el ansia de
olvidarme.
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