martes, 3 de febrero de 2015

SON COSAS DE LA VIDA Y DE LOS DÍAS


SON COSAS DE LA VIDA Y DE LOS DÍAS

Hay días en que me calzo zapatillas,
compradas en rebajas a buen precio,
me pongo a deambular por los pasillos
de mi casa y me siento
como un niño en el seno de su madre.

Es hora de sillones y terraza,
de páginas en libros y de luces
que me asaltan llegadas desde lo alto,
de sombras o de lluvias,
según sean la estación y mi semblante.

Otros en que me calzo a buena hora
las botas de subir a la montaña;
con ellas voy golpeando las paredes
y enfado a mis vecinos,
como si  un oso en celo se irritara.

Entonces me desplazo por las plazas,
recorro los caminos, las aceras,
me refugio en los gritos de mi mente
y nunca doy la talla
conmigo ni con nadie a quien me encare.

Son cosas de la vida, que se empeña
en hacerme vivir al contragolpe,
en una confusión interminable,
pues no sé si atacar o defenderme

o dejarme en el ansia de olvidarme.

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