LITURGIA DE LAS HORAS
Si Dios fuese posible, se
decía
mientras era la tarde más cansada
y se hacía más lenta y más
oscura
al otro lado incierto de los
aires…
Después quiso jugar con las
palabras,
comenzar a invocarlo
en una simple y rítmica
salmodia.
“Señor de la sonrisa y la
palabra,
ando deshabitado y en derribo,
en el reino infeliz de las
tinieblas;
la luz se desangela y se
retira
y el sol se hace invisible
entre las sombras.
¿No ves que necesito
la luz, la compañía, la
memoria
de todos los que he sido y voy
gastando
en los inciertos surcos de la
vida?
Solo desde tu amor puedes
salvarme”.
Después todo es silencio. Los
temblores
del viento se han callado y
solo sueña
que el sueño está soñando los
sueños de sus sueños.
Camina con un paso sosegado.
No preguntéis adónde.
Tal vez busca la noche o tal
vez piensa
que todo se ha apagado y es
ceniza.
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