ACLIMATARSE
Después de una semana larga de
infierno, parece que esta primera ola de calor se marcha lejos de estos pagos.
Me da miedo pensar que se trata solo de la primera de la temporada. Y todo ello
todavía en las vísperas del verano. Como para no creer que las estaciones no
son lo que eran y que el verano se estira como los chicles. Soy hombre
acobardado con el calor y lo combato mucho peor que el frío y afronto esta
temporada casi como de superviviente.
Pero esta no es más que una entradilla
personal que tengo que solucionar por mis propios medios. La anécdota, como
quiero que suceda siempre, me lleva a la altura de la categoría.
En los últimos días he leído el
libro Cómo evitar un desastre climático,
de Bill Gates. No será el mejor estudioso la materia, pero tiene acceso
inmediato a los estudios y resultados de los mejores especialistas del mundo. Poderoso
caballero es don dinero. Por lo demás, tampoco hay que ser ningún genio para
notar lo que se nos viene encima si no tomamos conciencia de ello y nos
ponemos, sin tardanza, manos a la obra.
Me refiero, claro, al cambio
climático y a todas sus innumerables consecuencias, prácticamente todas
negativas para la especie humana. Tal vez para el planeta sea solo un pequeño
percance del que puede recuperarse, pero para los seres humanos es casi una
operación de vida o muerte. Y uno tiene derecho a la autodefensa y a luchar por
la supervivencia.
Como sucede casi siempre, se mezclan
dos planos de actuación: la actuación colectiva y la personal.
En la colectiva tienen mucho que
decir y que decidir los poderes públicos, en cuyas manos están las decisiones
más importantes. En la individual se asienta todo aquello que cada individuo
puede y debe hacer para que la dificultad no se torne irreversible.
No nos sirve demasiado la discusión
interminable (yo la he tenido amistosa este fin de semana) acerca de qué tanto
por ciento les corresponde a unos y a otros. En el atolladero estamos metidos
todos y no será lo mejor gastar los esfuerzos en saber si son galgos o son
podencos.
Sea cual sea la situación en la que
cada uno se halle, será bueno tener en cuenta para actuar que son varios los
planos en los que hay que ponerse al tajo, para nuestra vida personal o para
tratar de influir con nuestros votos, estudios, protestas y demandas en los
dirigentes de los países y en los dueños de las grandes compañías. Fabricar
materiales, consumir más o menos energía, cultivar y criar de una manera o de
otra, regular todo lo que tiene que ver con la movilidad, y poner coto y cabeza
en lo que dedicamos a enfriar y a calentar son los apartados que conforman todo
el proceso de gasto, de desgaste, de emisión, de calentamiento y de
degradación.
Casi todos somos simplemente
consumidores de estos elementos, pero nos apela un comportamiento y unos
valores morales que, en pequeños granitos de arena, pueden formar hasta una playa,
que servirá, con el mismo sol, para coger un cáncer de piel o para refrescarnos.
No es lo mismo consumir más o menos carne, no es lo mismo usar el coche para cualquier
trayecto, no es lo mismo comprarse ropa solo porque cambia la moda, no es lo
mismo tirar comida que no hacerlo, no es lo mismo saberse abrigar que poner la
calefacción o el aire acondicionado a todo gas, no es lo mismo…, no es lo mismo
gritar y reflexionar que estar callado, no es lo mismo votar a un partido que
tiene una orientación que hacerlo a otro que la tiene diferente, no es lo
mismo…
No quiero ponerme tan solemne como
aquel aspirante a presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que afirmaba
«no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por
tu país», pero algo de eso podría servirnos para orientar nuestras conductas en
todo a lo que el clima se refiere; que no cambia, como lo hacía hasta ahora,
por períodos de larga duración, sino casi de un día para otro.
Como hasta aquí se ha pedido
esfuerzo individual, es hora de recordar que lo más importante está en las
decisiones que tomen los gobiernos y las grandes corporaciones (hidrocarburos,
cereales, construcción, eléctricas, granjas…). Nuestra pequeña fuerza está en
las exigencias que les hagamos llegar, con nuestros votos, con nuestras
elecciones y con nuestras reflexiones.
No resulta difícil anestesiar a las
masas con flases y proclamas inmediatas y egoístas. Las necesidades del día nos
impiden ver las necesidades del día siguiente. Pero es que el día siguiente
está ya aquí y ha amanecido, aunque nos parezca que estamos en el día anterior.
Y cualquiera de estos días no tendrá mañana, si no sabemos levantar la vista y
mirar lo que ya nos está poniendo las cosas tan difíciles.
1 comentario:
Tenemos que aclimatarnos a concienciar a nuestros nietos de estas, y muchas otras cosas...a por el cambio, Antonio.
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