LOS MEJORES
Me asusta observar cómo nos dejamos
llevar por los primeros sentimientos. Si así sucede, sus razones habrá para que
esto ocurra y no estaría de más que los más sesudos intentaran encontrar las
razones que lo explican.
Ayer mismo, el tenista Rafael Nadal
consiguió su victoria número catorce –nada menos que CATORCE- en el torneo
Roland Garros. Lo cierto es que la hazaña parece casi inalcanzable para
cualquier otro tenista. Enseguida, los medios de comunicación se han deshecho
en elogios y ditirambos al deportista, hasta situarlo en un pedestal
inaccesible.
Ante sucesos tan importantes para la
comunidad, me gusta siempre dejar en forma de índice algunas consideraciones:
1.- Cada hecho hay que analizarlo y
explicarlo en su contexto. Lo contrario es falsear la realidad.
2.- Cuando a uno se le adjetiva como el
mejor, convendría acotar que se está pensando en un espacio de tiempo más o
menos largo, pero determinado, pasado el cual, no se sabe qué puede suceder,
porque las circunstancias pueden cambiar.
3.- «Ser» apunta siempre a algo duradero
y esencial; como si estuviéramos hablando de un hecho que no se puede
modificar. Con estos absolutos tenemos que tener cuidado. Es el viejo y
peliagudo dilema entre «ser» y «estar».
4.- En la vida, casi todo se mide por
comparación, en este caso, con los demás tenistas. Dentro de algún tiempo,
Nadal no podrá ganar sus partidos por salud, por edad o por cualquier otra
circunstancia. ¿Entonces ya no será el mejor?
5.- ¿Incluimos en ser el mejor solo los
elementos deportivos? Rotundamente, no. La estima tiene que estar sustentada en
una personalidad que sea modelo y ejemplo para la comunidad. Cuando la persona
tiene además una vida pública, esto adquiere aún más importancia. Si repasamos
la lista de deportistas más admirados, nos daremos cuenta de que no se cuelan
muchos que no presenten una hoja de servicios en su carácter que tenga que ver
con la normalidad, con la humildad y con el buen comportamiento. Por eso el número de los mejores es escaso y luce tanto: Gasol,
Iniesta… Y, por supuesto, Nadal.
6.- ¿Cuándo le daremos un poco de
publicidad a los «mejores» en otros campos de la vida: medicina, educación,
pensamiento, creación…?
A esta lista se podrían sumar otras
muchas variables que nos deberían alzar desde la anécdota a la categoría.
Mi admiración por Nadal y por todo lo
que representa. Lo mismo que por todos los que se esfuerzan y sirven de ejemplo
en sus actividades. Todos ellos son los mejores.
1 comentario:
Por supuesto. Se debería valorar los méritos humanos, más que las hazañas deportivas
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