miércoles, 10 de agosto de 2022

EL BRUJO REPRESENTA LA OBRA EL LAZARILLO EN SALAMANCA

 Desde hace un par de meses tenía guardado este homenaje a Rafael Álvarez, El Brujo, en su visita a Salamanca. Nunca es tarde si la dicha es buena.

RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO, REPRESENTA EN SALAMANCA EL LAZARILLO


MAYO DE 2022

Vestido de Lazarillo

ha llegado a Salamanca

Rafael Álvarez, El Brujo,

el mejor juglar de España.

Viene desde los madriles,

capital de las Españas.

El palacio de Fonseca

le ha servido de posada

para montar escenario

con obra tan señalada.

Es final de primavera,

el sol ya de retirada,

el claustro lleno de gente

en escena porticada.

Así, entre luces y sombras,

con la noche ya anunciada,

sube El Brujo al escenario

que entero él solo llenaba.

Allí Lázaro desfila,

allí el ciego peroraba,

allí un clérigo roñoso

que de todos se mofaba,

también lo hace un caballero

vestido solo de fama,

desnudo de lo demás,

salvo de capa y espada.

 

Rafael Álvarez, El Brujo,

a todos representaba

y en forma de lazarillo

con los mismos dialogaba.

A todos los pone en solfa,

a todos los criticaba,

con todos hace un retrato

de aquella tan triste España,

perdida en sus apariencias,

en honores y en falacias,

en honras que favorecen

a quien más aparentaba.

 

Pero el juglar de habla ronca

y de la barba tan blanca

lo que con ansia y esfuerzo

busca y más le interesaba

es hacer presente todo

lo que en la obra se cantaba.

Por eso habla de la forma,

del ritmo, de las palabras,

da nombre a los personajes

famosos en toda España,

cita clérigos, filólogos,

catedráticos de aula,

pintores de brocha fina

de tan alta y larga fama,

no deja para el olvido

ni a políticos ni a nada.

Hasta con los estudiantes

que de la calle llegaban

a hospedarse en el Fonseca,

cumplida ya su jornada,

dialoga y les recomienda

que paguen ya sus entradas

como lo han hecho los otros

que en las sillas se sentaban,

que apaguen también las luces

y que cierren las ventanas

del salón donde a esas horas

tan trasnochadas cenaban.

Con su múltiple presencia

el escenario llenaba

en formas minimalistas,

pues él solo se bastaba

moviéndose sin descanso

y hasta dibujando mapas:

aquí un tajo, esto es Toledo;

un baúl es Salamanca,

y cualquier otro utensilio

Torrijos representaba.

La imaginación, el ritmo,

la conciencia y la palabra.

 

Así durante dos horas

desmitificando estaba.

Con su arte, con su oficio

y el poder de la palabra

agita y mueve conciencias

de los que el patio llenaban.

Todos aplauden con fuerza,

todos aplauden con gana

cuando El Brujo, Lazarillo,

del escenario se aparta.

 

La noche se puso de oro,

la luna estaba cuajada

dando luz a los que alegres

marchaban para su casa.

 

Rafael Álvarez, El Brujo,

el mejor juglar de España,

se despidió en el silencio

de la docta Salamanca.

 

El cielo arrulló en sus brazos

todos los sueños del alma,

los de El Brujo, los de Lázaro,

los que a justicia llamaban,

los que a renovar invitan

la conciencia y la palabra.


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