miércoles, 3 de agosto de 2022

ÉTICA, ¿QUÉ ÉTICA?

 

ÉTICA, ¿QUÉ ÉTICA?   

Cuando uno interactúa con los demás, es decir, en cada momento, o sea, siempre, cabría preguntarse en nombre de qué tiene que actuar de tal o cual manera. Y no estaría mal hacerlo, pues lo contrario es ir a empujones, sin saber ni tener interés en saber qué es lo que nos aguarda a la vuelta de la esquina, o sea, actuar por instinto, como los animales de rango más inferior.

Imaginemos que nos piden ayudar a un vecino necesitado. Pregunta de alcance y provocativa: ¿En nombre de qué tengo yo obligación de ayudar a esa persona? ¿Por qué tengo que ajustar mi comportamiento en una dirección o en otra? ¿A qué obligación ética respondo?

En el campo educativo, se suele decir que existe un currículo oculto, lo que viene a significar que, con independencia de la planificación, hay un sustrato que te orienta en un camino, por más que este no se halle delimitado por uno mismo ni se manifieste en forma externa y programada. Tal vez en la vida suceda algo parecido, que la costumbre y la educación, que conlleva una repetición continuada de hechos, nos animen sin necesidad de plantearnos en cada momento qué opción debemos elegir. Es esa escala de valores que ha ido formando poso en cada uno de nosotros a lo largo de los años. Es nuestra ética., nuestra educación.

Pero, de ser así, se trataría de una ética instintiva, nada reflexiva y al amparo de la moda y de las imposiciones exteriores. Una ética más consistente y honda exige pararnos a pensar con frecuencia por qué hacemos lo que hacemos y en qué principios nos basamos para unos comportamientos u otros.

En cualquier esquema ético intervienen elementos de convicción particular y exigencias de acuerdo colectivo. ¿Cuántos y cuáles de estos corresponden a un ámbito o a otro? No tengo la respuesta. Pero algo sí me parece menos confuso. Es esto: Los elementos de acuerdo general son de obligado cumplimiento, mientras que los de origen particular se prestan más a la discusión y no se pueden imponer a los demás.

Un acuerdo común es contribuir con los impuestos que exige la Hacienda pública. Otro es aparcar bien el coche y no en zona prohibida u ocupando dos plazas. Pues esos acuerdos hay que cumplirlos con todas las consecuencias. Un elemento de ética particular es ayudar por las tardes a X (cada cual que ponga el nombre particular o colectivo que quiera). Pues ese acuerdo puede ser muy plausible, pero no se puede imponer ni generalizar porque depende de la escala de valores particular, es decir, de la ética individual.

En una ética global deber tener cabida los principios de acuerdo común y los de convicción personal. Tengo la impresión, sin embargo, que los primeros andan de capa caída y necesitan ser reforzados para dar vigor y fuerza al sentido de comunidad. Los segundos, tan necesarios, por otra parte, encierran en peligro de ser interpretados de manera personal, y, en tales casos, destapan la tentación de hacerlo desde el interés personal. En tal caso, se disgregan y, además, los más fuertes están a un pasito solo de hacerlo en su propio beneficio.

Tengo para mí que el mejor ciudadano es aquel que cumple muy bien aquellos acuerdos de carácter colectivo, aunque le supongan esfuerzos y no siempre esté de acuerdo con ellos. Y que no lo son tanto los que los olvidan, por más que individualmente dediquen esfuerzos a actividades que pueden ser loables, pero de interpretación personal y variable.

Una ética bien fundada empieza a conformarse en el mismo momento en que comenzamos nuestro camino por la vida y no termina nunca, pues se va sedimentando y afirmando con cada uno de nuestros actos. Ahormar una buena ética, o sea, unos buenos principios de comportamiento, es tarea de todos, porque educa la tribu entera y no hay ser humano si no es en relación con los demás.

Una educación infantil, por ejemplo, implica elementos éticos de obligación y de negación de instintos y deseos, de aprender a decir no y de no complacer todos los gustos, porque, si a un niño no se le enseña poco a poco lo que es la ética, o sea, el comportamiento colectivo, ¿cómo va a comprender más tarde qué es y qué no es bueno, qué es y qué no es delito, qué es actuar en una dirección, aunque no sea la que más te apetezca…?

No sé si el verano es la mejor ocasión para plantear asuntos éticos y de educación, con los horarios flojos y pendulones y con las exigencias en mínimos. Bueno, aunque no sea el mejor contexto, por si quedara un ratito a la sombra para no hablar solo de calores o de festivales. Qué sé yo.

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