POR ENTONCES Y POR AHORA
Diversas razones
que no quiero hacer explícitas me animan a poner en esta ventana unas palabras
no mías, sino de un emperador y filósofo estoico. Hay recuerdos que merecen
alguna reflexión. A pesar de que el mundo ande en fiestas agosteñas.
Hoy me apunto a
unas líneas de Marco Aurelio, aquel emperador romano del siglo II, dueño de
todas las pasarelas posibles, al mando de todas las fuerzas imaginables, y que,
sin embargo, opinaba de esta manera en sus Meditaciones,
libro IX, parágrafos 28 a 32:
«Estas son las
rotaciones del mundo, de arriba abajo, de siglo en siglo. Y, o bien la
inteligencia del conjunto universal impulsa a cada uno, hecho que, si se da,
debes acoger en su impulso; o bien de una sola vez dio el impulso, y lo
restante se sigue por consecuencia… Pues, en cierto modo, son átomos o cosas
indivisibles. Y, en suma, si hay Dios, todo va bien; si todo discurre por azar,
no te dejes llevar también tú al azar.
Pronto nos cubrirá
a todos la tierra, luego también ella se transformará y aquellas cosas se
transformarán hasta el infinito y así sucesivamente. Conque, si se toma en
consideración el oleaje de las transformaciones y alteraciones y su rapidez, se
menospreciará todo lo mortal.
La causa del
conjunto universal es un torrente impetuoso. Todo lo arrastra. ¡Cuán vulgares
son esos hombrecillos que se dedican a los asuntos ciudadanos y, en su opinión,
a la manera de filósofos! Llenos están de mocos. ¿Y entonces qué, buen amigo?
Haz lo que ahora reclama la naturaleza. Emprende tu cometido, si se te permite,
y no repares si alguien lo sabrá. No tengas esperanza en la constitución de
Platón; antes bien, confórmate, si progresas en el mínimo detalle, y piensa que
este resultado no es una insignificancia. Porque, ¿quién cambiará sus convicciones?
Y excluyendo el cambio de convicción, ¿qué otra cosa existe sino esclavitud de
gente que gime y que finge obedecer? (…) Sencilla y respetable es la misión de
la filosofía. No me induzcas a la vanidad.
Contempla desde
arriba innumerables rebaños, infinidad de ritos y todo tipo de travesía
marítima en medio de tempestades y bonanza, diversidad de seres que nacen,
conviven y se van. Reflexiona también sobre la vida por otros vivida tiempo ha,
sobre la que vivirán con posterioridad a ti y sobre la que actualmente viven en
los pueblos extranjeros; y cuántos hombres ni siquiera conocen tu nombre y
cuántos lo olvidarán rapidísimamente y cuántos, que tal vez ahora te elogian,
muy pronto te vituperarán; y cómo ni el recuerdo ni la fama, ni, en suma,
ninguna otra cosa merece ser mencionada.
Imperturbabilidad
con respecto a lo que acontece como resultado de una causa exterior y justicia
en las cosas que se producen por una causa que de ti proviene. Es decir,
instintos y acciones que desembocan en el mismo objetivo: obrar de acuerdo con
el bien común, en la convicción de que esta tarea es acorde con la naturaleza.
Puedes acabar con
muchas cosas superfluas, que se encuentran todas ellas en tu imaginación. Y
conseguirás desde este momento un inmenso y amplio campo para ti, abarcando con
el pensamiento todo el mundo, reflexionando sobre el tiempo infinito y pensando
en la rápida transformación de cada cosa particular, cuán breve es el tiempo
que separa el nacimiento de la disolución, cuán inmenso el periodo anterior al
nacimiento y cuán ilimitado igualmente el periodo que seguirá a la disolución».
¡Y era emperador
en el mayor imperio clásico! Mutatis
mutandis, trasládese a estos comienzos del siglo XXI, tómese un respiro la
acción, pásese ordenadamente a la contemplación, piénsese unos minutos y
extráiganse las conclusiones oportunas. Yo sigo en ello.
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