'INFORMADO VERSUS FORMADO'
Entre chapuzón y chapuzón, entre largo y largo, uno
mirando hacia la sierra de Béjar y otro contemplando los Picos de Valdesangil,
uno tiene tiempo de refrescarse y de pegar la hebra con los conocidos y con los
amigos. El verano y sus horarios son propicios para ello.
En uno de esos ratitos de intercambio de palabras,
alguien me llamaba la atención acerca de una persona y se lamentaba de que, con
el currículo que tal persona atesoraba, no hubiera tenido ninguna relación
estable con la universidad, ni siquiera como profesor asociado. Le respondí con
el argumento que tantas veces he utilizado en este asunto, que, según épocas,
se vuelve recurrente.
Si se considera el conjunto, no me importa afirmar que
el que desarrolla su trabajo en las universidades está más informado que el grupo
de los que lo hacen en otros niveles educativos. Pero, inmediatamente, recordé
que en todos los niveles hay gente solvente y otra menos capacitada. Y, sobre
todo, argumenté que no es lo mismo estar bien ‘informado’ que estar bien
‘formado’.
Y pasé de la anécdota a la categoría. Porque la
distinción pude aplicarse a cualquier profesión y a todas las personas. Es
entonces cuando el asunto adquiere realmente importancia.
Estar bien ‘informado’ parece referirse a contar con una
buena suma de datos acerca de una realidad determinada; estar bien ‘formado’
apunta a haber sabido relacionar datos para crear un buen conjunto con el que
operar en la vida. Informado nos remite a la particularidad, mientras que
formado nos lleva hasta el conjunto, hacia lo complejo, hacia los principios, hacia
las relaciones entre elementos, a las causas y a las consecuencias.
Y, en este sentido, ya tengo más dudas, tanto en lo
que a profesores se refiere, como a cualquiera otra persona o profesión. ¿Qué
es mejor, tener muchos conocimientos acerca de un hecho, un oficio o profesión,
una etapa muy concreta de la Historia, o alcanzar el dominio de un esquema
general, aunque se nos escapen datos particulares de casi todo? Vivimos en época
de especializaciones, pero yo termino por decantarme casi por el mapa genérico
antes que por la superespecialización.
Como todo lo demás, esto solo se puede medir en grados
y no en forma absoluta. Por ello, cuanta más información se posea, mejor; pero
todavía mejor si se posee una buena formación. Aquella que nos permite acudir a
los principios que se pueden aplicar a casi todo en la vida. Y una cosa no
evita ni elimina a la otra, por supuesto.
Después de lamentarnos porque el aludido no hubiera
recalado en los ámbitos universitarios y de ‘arreglar un poco el mundo’,
decidimos volver a los largos de piscina, que aúnan información con formación:
la de la naturaleza, la de la natación, la de la gimnasia y la de sentirnos un
poco redentores por un momento de la realidad de cada día.
El Calvitero a un lado y Piquitos al otro nos miraban
como con algo de envidia. Después vendrían las cañitas del chiringuito para
acabar de arreglar cualquier otro tuerto. Para ello también se necesita estar
bien informados y mejor formados.
Al agua.
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