HISPANIDAD
Como todos los sustantivos que llevan a su cargo este
sufijo –idad, este de hispanidad nos deja también un poco con la inquietud de
lo impreciso y lo misterioso de lo abstracto. Tal vez por ello se define como
«carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura hispánica». Échale
guindas al pavo. «Carácter genérico», «todos los pueblos», «cultura hispánica».
El legislador, en este caso el fijador del concepto, o sea, el DRAE, parece que
se las ve y se las desea para contentar a todos y termina por dejar a todo
quisque con el trasero al aire.
¿Qué incluimos en eso de carácter genérico:
costumbres, lengua, historia, religión, leyes…? ¿Cuáles son TODOS los pueblos
hispánicos? ¿Qué variantes componen lo que entendemos por cultura?
De todos los elementos que conforman este aparente
batiburrillo, tal vez sea el de la lengua el que mejor visualiza una herramienta
común en eso que llamamos mundo hispánico. Pero es que hasta este es contestado
por unos y por otros. Pregúntese, si no, a una buena parte de catalanes y
vascos. Hágase lo mismo con los movimientos indigenistas de muchas naciones de América.
El resultado no es precisamente muy alentador en cuanto a la defensa de una
herramienta que verbalice las voluntades de tantas personas. En las demás
variables casi no merece la pena indagar para no venirse abajo en los ánimos (como si fuera uno el culpable de las desigualdades en Hispanoamérica y no los herederos de los españoles que allí se quedaron y sus descendientes, que ahora son los que manejan los hilos de aquellas comunidades: venga ya, hombre...) .
Hoy se celebra en medio mundo el día de la Hispanidad.
Y se hace con fórmulas, intensidades y criterios muy desiguales. Si encogemos
el círculo y lo aplicamos solo a España, tampoco nos refleja el espejo una
imagen muy positiva: unos silbando al presidente del Gobierno; otros dando vítores
al ejército, como si de un salvador divino se tratara; algunos presidentes de Comunidad
dando la espalda a todo lo que huela a España; y el resto de la ciudadanía observándolo
todo con enfado o incluso con desdén y lejanía.
¿Cómo se concreta hoy eso de HISPANIDAD? Cuando los
miembros de una familia no quieren, no resulta sencillo celebrar con éxito ningún
cumpleaños, ni siquiera el de la madre, como elemento común de la familia. Y la
familia de la HISPANIDAD, por desgracia, está muy desunida. Pareciera que la
labor de cada hijo consistiera precisamente en mostrar la animadversión al
resto de los hermanos y de la madre. Si cada miembro de la familia se esforzara
en ver qué puede aportar al resto en lugar de gastar todas sus energías en
reclamar sus derechos, otro gallo nos cantaría y otra sería la celebración de
la HISPANIDAD. Nunca para dar voces ni para sacar pecho, porque errores y
descosidos se le ven al traje de la Historia, de nuestra Historia, por todas
partes; pero sí para sentirse herederos de tantos que nos legaron su ejemplo y
nos aportaron tantas cosas positivas, sin las cuales no sabríamos explicar
nuestro presente. Y, como se ha dicho tantas veces, pidiendo perdón por lo mal
hecho; pero sin dejarnos avasallar por los que, desde otras culturas, tanto
tienen que mirarse y corregirse a sí mismos y a sus quehaceres.
Cuesta pensar por qué no se modifica la visión
negativa para convertirla en una esperanza positiva que anime a todo el mundo
en la búsqueda de un futuro mejor para todos, sin revanchas y sin supremacías
de ningún tipo. Pero esto tal vez sea pedir peras al olmo o sembrar cotufas en
el golfo. Tal vez.
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