Me paro a contar diez antes de opinar, me hago un
guion mental para ordenar y jerarquizar ideas, soy consciente de que cada uno
escribe desde un contexto que le condiciona y asumo la necesidad de ser
equitativo, sé que me muevo en unos límites de espacio que me he impuesto en
esta ventana… Y voy a ello.
Se ha dictado sentencia condenatoria en el juicio que
se ha desarrollado, tras la acusación de unos policías, contra la exalcaldesa
de Béjar. Mis consideraciones, ordenadas en forma casi de índice, son estas:
- Para los casos en los que los seres humanos no se
ponen de acuerdo, las sociedades han necesitado inventar códigos a los que
atenerse.
- Los
parlamentos son los encargados de elaborar esos códigos en representación de
todos los ciudadanos.
- Los jueces son los obreros encargados de interpretar
esas leyes en los juicios, siempre de acuerdo con la literalidad y el espíritu
que contengan las leyes que les son dadas. Lo mismito que hace un albañil con
los ladrillos y el cemento que se le proporcionan.
- La vida, por suerte, es mucho más rica y variada que
cualquier código. Por eso las legislaciones cambian continuamente, caben las
interpretaciones de las leyes y las condenas tienen siempre un margen entre lo
mínimo y lo máximo.
- El mejor juez es el que no existe, porque los
contendientes se han puesto de acuerdo y no ha hecho falta acudir a él.
- Las sentencias hay que acatarlas nos gusten o no nos
gusten; pero acatarlas no significa que estemos de acuerdo o en desacuerdo con
ellas. Ni desde el punto de vista jurídico (se pueden recurrir) ni desde el
punto de vista moral (ya se ha dicho que la vida no cabe en las leyes, y estas
son solo una aproximación a la misma).
- Los actos que se han juzgado en este juicio no
incluyen ni robos, ni lesiones, ni daños de otro tipo, salvo una coacción
momentánea.
- La acusada pidió repetidas veces perdón. Además,
dejó su cargo público.
- Todo indica que el asunto se podía haber arreglado
con una charla amistosa y un vino de reconciliación. La materia no hubiera dado
para más y aquí paz y después gloria. Algo muy diferente hubiera sido que la
acusada fuera reiterativa y se mantuviera en su conducta.
- La presentación de una denuncia judicial, sea cual
sea su sustentación, acarrea una serie de inconvenientes para el futuro que no
son fáciles de solventar, ni para los acusadores ni para los acusados:
exposiciones públicas, enquistamiento de posturas, quebraduras en la
convivencia…
- A la vida le tenemos que poner algo de coherencia y
de analogía. Si así fuera, cualquiera (también los acusadores) tendría que
pensar que arrieros somos y en el camino nos encontraremos, y que con la misma
dureza con la que juzguemos deberemos ser juzgados. Y hay muchas, muchísimas
formas y situaciones en las que podemos encontrarnos en el otro lado. Y
entonces…
- Y, en fin, para no alargarme más, que se duerme más
tranquilo con el perdón y el acuerdo que con la vara de la ley alzada en
amenaza.
- ¿Qué hemos conseguido personal y socialmente con el
juicio y con la condena, si, en realidad, solo se había transgredido un
precepto legal y se pidió inmediatamente perdón por ello? Tal vez solo hayamos
conseguido degradar la convivencia para el futuro. El tiempo dirá.
1 comentario:
Muy acertadas me parecen tus consideraciones. Y muy grande el castigo.
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