NO TE ENCUMBRES…
Ahora que se acaban de
poner en marcha los ayuntamientos y que los gobiernos de las regiones y autonomías
apuran los últimos acuerdos es el momento de llevar a la práctica las ideas, las
intenciones y las cualidades de cada uno de los representantes, sobre todo de
aquellos que van a ejercer el poder en los puestos de mando.
Habrá que suponer que
se mantendrán vivos los principios fundamentales que debieron exhibir en las
campañas. ¿Existieron esos principios? ¿Se plasmaron en programas? Porque ahora
toca pasar de las musas al teatro, y habrá que ver si no viene un mal viento y
arrasa con todo.
En su inmortal obra Antígona,
escribe Sófocles: «Es imposible conocer los sentimientos, el alma y las
intenciones de un hombre (entiéndase persona) hasta que ostente un cargo».
Alguien me ha mandado un
pequeño vídeo de un alcalde elegido (creo que hay que tener compasión y no ser más explícito). Hablaba en su intervención de toma de
mando. No tiene desperdicio. «Que lo que es la casualidad de la vida. Desde el
día que nací, ellos (sus padres) sabían que yo iba a ser alcalde». Así, adivino
y con dos cojones. Sin pudor y con unas dotes milagreras que para sí las
quisieran los ángeles, los arcángeles y hasta los serafines.
La fórmula más cómoda
de apartarse de estos niveles del inframundo es recogerse en los cuarteles de
invierno y cerrar el círculo en el entorno de uno mismo. Pero me parece una postura
egoísta. Al menos habrá que dar algún grito de desahogo. Aunque después aparezcan
el desánimo y el desencanto.
En la segunda parte de
El Quijote, Maese Pedro le dice a su ayudante: «No te encumbres,
muchacho, que toda afectación es mala». Es una fórmula eufemística que encubre
verdades desoladoras.
Pues eso.
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